La Iglesia Católica en Morelos vive actualmente lo que podría considerarse su peor etapa en materia de seguridad, en medio del asesinato del párroco de Zacatepec, José Guadalupe Popoca Soto, y de los múltiples hurtos en capillas del estado.
Lo anterior ha alertado al clero morelense, quienes han comenzado a analizar la forma de reforzar su seguridad personal y la de los mismos templos, aunque en 14 han instalado ya cámaras de videovigilancia para controlar quién entra y sale de los recintos.
El martes pasado se informó, por parte de las autoridades encargadas de seguridad, que el presbítero titular en la parroquia de San Nicolás de Bari fue asesinado, encontrando su cuerpo en la misma iglesia.
Si bien la Fiscalía General del Estado (FGE) señaló que hasta el momento no había una línea de investigación clara, el vicario general de la Diócesis de Cuernavaca, Tomás Toral Nájera, expresó este viernes que, de acuerdo con las primeras indagatorias, se debió a un posible robo, ya que encontraron algunas de sus pertenencias que fueron sustraídas después del hecho.
Como una recomendación de la iglesia diocesana, aseguró, los miembros del clero morelense han comenzando a generar estrategias de cuidado personal en puntos neurálgicos, puesto que más allá de solicitar el apoyo de la Comisión Estatal de Seguridad Pública (CES), deben cuidarse de forma personal y estar más atentos ante cualquier sospecha.
“En este momento estamos pensando cuáles son las situaciones de seguridad que debemos tener, tanto en los recintos como de manera personal; creemos que esto, como decía el señor obispo, en primer lugar hacia la parte de la seguridad, necesitamos, los párrocos, ver de que manera nuestros recintos están más seguros”.
El vocero de la jerarquía católica afirmó que, hasta el momento, ningún otro sacerdote ha sido amenazado o víctima de algún acto delictivo de forma personal, aunque sí este año han sido han padecido una ola de robos sin igual.
Desde principios de agosto de este año se denunció que cinco inmuebles pertenecientes a la Diócesis de Cuernavaca fueron robados y saqueados en los municipios de Jojutla, Tlaltizapán, Jiutepec y en Atlatlahucan, donde además de profanar el Santísimo Sacramento, vandalizaron las capillas.
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