Daniel Arizmendi alias “El Mochaorejas”, su hermano y tres de sus colaboradores promovieron un amparo ante la justicia federal; esta semana obtuvieron el fallo del Cuarto Tribunal Colegio en materia penal y seguirán en prisión, pues dicha sentencia ordena sólo invalidar una condena de 50 años de cárcel para reponer el proceso, ya que se investigará si hubo tortura en contra de los señalados para confesar el crimen.
“El juez dice 'No' vamos a reponer el proceso y que se vuelva a llevar a cabo, pero eso no quiere decir que Daniel Arizmendi, su hermano Aurelio y los tres integrantes de su asociación criminal vayan a obtener una libertad, ellos no van a estar en las calles, eso importante porque quizás sea el temor fundado que la sociedad tiene”, explicó el presidente del Foro Morelense de Abogados, Pedro Martínez Bello en entrevista con El Sol de Cuernavaca.
Martínez Bello manifestó que tan sólo sobre Daniel Arizmendi pesan casi 400 años de cárcel, por lo cual, él y los los otros señalados deberán aportar los datos de prueba para determinar si hubo o no tortura en el caso. Una vez que culmine el proceso, el juez deberá ratificar la sentencia, emitir una nueva o anularla, según sea el criterio con base a los indicios que se presenten.
Manifestó que Daniel Arizmendi aún preso cuenta con el derecho de acceder a este recurso que le otorga la justicia mexicana, sin embargo, sobre él pesan más de 30 juicios por varios delitos, entre estos secuestro y homicidio. También el abogado penalista, refirió que el propio “Mochaorejas” confesó varios de sus crímenes y utilizó una de sus icónicas frases: “Secuestrar era como una droga para mí”.
“Es público también que en diversas entrevistas Daniel Arizmendi refirió siempre que él había sido responsable de secuestros y que además ello le provocaba una adrenalina y que ello le hacía sentir muy bien”, explicó.
Daniel, el originario de Miacatlán
A Daniel y a Morelos los unen varios lazos, desde el nacimiento de este en el municipio de Miacatlán el 22 de julio de 1958.
Pasó sin pena ni gloria por varios empleos hasta que se enlistó en las filas de la Policía Judicial de Morelos donde comenzó su carrera criminal en la cual pesan cerca de 200 secuestros, con una peculiaridad pues en su modus operandi les cortaba una oreja a sus víctimas y se las hacía llegar a sus familiares como medida de presión para que pagaran un rescate.
Su carrera delictiva terminó en agosto de 1997 cuando fue detenido en el Estado de México y cinco años después, en el 2003 fue sentenciado a 393 años de prisión.
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