Desde temprana hora, familiares y amigos de Margarita Ceceña se congregaron en una vivienda de la comunidad de San Isidro Atlautenco, Ecatepec, en el Estado de México, donde sus allegados optaron por darle el último adiós.
La joven falleció la noche del domingo, luego de casi un mes de hospitalización debido a las quemaduras de segundo y tercer grado que sufrió en el 70 por ciento de su cuerpo.
El primero de julio, Margarita fue rociada con gasolina y quemada viva por su concuño, en la colonia El Hospital, del municipio de Cuautla, Morelos.
Andrea Martínez, madre de Margarita, narró que la decisión de sepultar sus restos en Ecatepec fue tomada por la familia, luego de haber evaluado y descartado la posibilidad de que el cuerpo volviera a Cuautla, donde madre e hija atendían una tienda de abarrotes que también fue incendiada.
“El pueblo nos apoyó bastante, en cuestión de despensa y dinero”, reconoció.
Aumenta el clamor por justicia
Tras la muerte de Margarita, la familia intensifica su clamor de justicia hacia la Fiscalía General de Morelos, a fin de lograr que los responsables de las agresiones estén en prisión.
Es lo que yo pido, que ya empiecen a buscar a los asesinos porque ahora sí son asesinosAndrea Martínez, madre de Margarita
Andrea reiteró que Margarita ya había sido agredida por las mismas personas, y que acudió a la Fiscalía Regional Oriente sin que su denuncia fuera tomada, a pesar de haber tenido marcas de los golpes que recibió. Para ella, se trató de un crimen de odio contra su hija, descartando que se debiera a una disputa por propiedad alguna o de la tienda, que era rentada.
El primero de julio, Primitivo, concuño de margarita, llegó acompañado de su esposa y su suegra (prima y tía de la víctima) a la tienda, ubicada en la calle Vicente Suárez, de la comunidad de El Hospital. En las manos llevaban machetes y una garrafa que resultó contener gasolina.
Primitivo vació el combustible sobre la joven y el negocio, para después prenderle fuego.
Con el cuerpo en llamas, Margarita corrió y encontró socorro en la casa de unos tíos, quienes le arrojaron agua y una cobija húmeda. Tras ser internada en el Hospital General de Cuautla “Dr. Mauro Belaunzarán Tapia”, su cuerpo fue trasladado al Instituto Nacional de Rehabilitación de la Ciudad de México, donde sus esperanzas de vida disminuyeron día tras día.
“Al principio podía hablar, pero ahorita ya no. Anoche tuvo un paro”, relataba su madre la mañana del domingo. Horas después, Andrea tuvo que despedirse de su hija.
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