De enero a octubre de este año, colectivos feministas registran al menos 70 feminicidios, cifra que contrasta con las oficiales, que reportan solo 36 en el mismo periodo. Asimismo, los últimos datos que arroja el Secretariado Ejecutivo Nacional de Seguridad Pública (SENSP) señalan que en lo que va de 2023 en Morelos se reportaron 5 mil 63 denuncias por violencia familiar, mientras que el Tribunal Superior de Justicia solo cuenta con 632 imputaciones.
En un año, el Instituto de la Mujer de Morelos (IMM) brindó 6 mil 549 servicios a 2 mil 198 mujeres a través de las unidades itinerantes, líneas telefónicas, asesorías legales y atención psicológica.
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Feminicidios, en la impunidad
De acuerdo con la Comisión Independiente de Derechos Humanos de Morelos (CIDHM), el 2022 fue el año con más feminicidios registrados y el 2023 no muestra una mejoría. Un informe del Tribunal Superior de Justicia, realizado en agosto de 2023, señala que el Poder Judicial cuenta con 358 carpetas administrativas con clasificación de víctimas de feminicidio, homicidio culposo y doloso entre 2015 y 2022, pero la CIDHM cuenta 648 casos, una diferencia de más de 300 casos.
Desde hace ocho años los municipios de Cuernavaca, Jiutepec, Cuautla, Temixco, Xochitepec, Puente de Ixtla, Yautepec y Emiliano Zapata cuentan con Alerta de Violencia de Género, pero la Comisión ha identificado que el gobierno carece de siete puntos de atención, destacando la falta de cumplimiento de las recomendaciones de la AVG por parte de la Comisión Estatal de Seguridad, así como negligencia de la Fiscalía General de Justicia.
Para Juliana García Quintanilla, miembro de la CIDHM, “la impunidad en los feminicidios es evidente y se perpetúa por la negligencia e irresponsabilidad de quienes deberían garantizar los derechos humanos de las mujeres”.
Destacó que el Congreso local no ha cumplido con legislar o, en su caso, homologar leyes que aseguren a las mujeres el acceso a una vida libre de violencia. “La falta de acción de los diputados contribuye a la perpetuación de la impunidad y a la vulnerabilidad de las mujeres frente a la violencia de género”.
El artículo 22 de la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia señala que cuando el Estado no puede garantizar la seguridad de las mujeres, se deben implementar acciones gubernamentales de emergencia para enfrentar y erradicar la violencia feminicida; sin embargo, a decir de Juliana Quintanilla, a pesar de la visibilidad del problema no se han creado políticas suficientes para combatir la violencia y la situación ha empeorado en los últimos años.
Más que números
Las cifras son alarmantes, más de 70 feminicidios registrados por colectivos, pero no son solo un número. En 2022 se registraron poco más de 100 asesinatos violentos de mujeres; entre ellos, el de Margarita Ceceña, mujer de Cuautla agredida por familiares, quienes la rociaron con gasolina para posteriormente prenderle fuego. Los hechos ocurrieron el 1 de julio de 2022; después de más de 20 días hospitalizada, la mujer falleció a causa de un paro cardiaco provocado por las quemaduras que sufrió en el 70 por ciento de su cuerpo.
Tres meses después, la diputada Gabriela Marín fue privada de la vida afuera de una farmacia, en Cuernavaca, el 5 de octubre de 2022.
El 1 de noviembre de ese año, Morelos acaparó los reflectores nacionales e internacionales luego de que el cuerpo de Ariadna Fernanda fuera localizado en la carretera rumbo a Tepoztlán. Por este caso, el fiscal morelense Uriel Carmona enfrenta dos procesos judiciales.
Adriana de la Cruz Morales, titular de la Comisión Ejecutiva para Prevenir y Erradicar la Violencia en Contra de la Mujer, reconoció que las organizaciones civiles cuentan con un registro de más de 70 casos de feminicidios en Morelos.
“A pesar de que el Secretariado Ejecutivo posiciona a Morelos en el quinto lugar a nivel nacional en feminicidios, la discrepancia entre las cifras oficiales y las que manejan las organizaciones civiles resalta la magnitud del problema”, asegura.
Al respecto, la doctora Elizabeth Castillo Castillo, directora del Instituto de la Mujer de Cuernavaca, dijo que las políticas públicas implementadas buscan eliminar las inequidades y subordinación entre los sexos.
Explica que medir la efectividad de ellas es complejo, pero se pueden evaluar los resultados de proyectos y programas; “de ahí la importancia de abordar determinantes sociales como vivienda, trabajo, educación y salud desde una perspectiva de género. Los programas se pueden medir de acuerdo con lo planeado, y se pueden medir de acuerdo con la visibilización del problema, de las microviolencias que podrían ser invisibles y ahora no, ya están en la agenda social”, dijo.
Escasos recursos para atención en municipios
Cuernavaca es uno de los ocho municipios con AVG. Aquí, el Instituto de la Mujer trabaja con acciones integrales que se adaptan a las diferentes realidades. De acuerdo con Elizabeth Castillo Castillo es necesario contar con un enfoque estratégico y sostenido para generar un impacto real.
“Yo siempre voy a decir que acción sin estrategia es una mera ocurrencia y una irresponsabilidad de las y los servidores públicos, yo prefiero tener 15 mujeres que van saliendo, a tener 30 que no vuelva a ver y que no tenga ningún impacto”.
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A pesar de los programas federales, como el Programa Presupuestado con Recurso Federal, la lucha contra la violencia de género enfrenta obstáculos como las deficiencias en los institutos municipales, falta de presupuesto y duración limitada, considerando esto como debilidades en las políticas de Morelos.
“Los Institutos municipales tienen varias deficiencias, uno, no tienen presupuesto, dos, duran muy poco, a lo mucho te duran tres años, tres, los perfiles de pronto son muy complejos porque a veces no está determinado qué es lo que se tiene que hacer en muchos casos”, afirma.
Destacó que estas acciones deben trascender la buena voluntad y convertirse en estrategias sostenibles, adaptándose a los cambios en la administración y a las diversas necesidades de las mujeres en diferentes entornos.
Afirma que la lucha contra la violencia de género requiere un compromiso constante y políticas que evolucionen con las realidades cambiantes de las mujeres en Morelos.
Reeducar para prevenir
Una forma de combatir y prevenir la problemática es “permitir que los hombres identifiquen la participación que tienen para la erradicación de la violencia contra las mujeres a través de las nuevas masculinidades”, señala el psicólogo Luis Manuel Hernández Correa, coordinador del Programa de Apoyo a las Instancias de Mujeres en las Entidades Federativas.
De esta manera, dijo, se busca que los hombres conecten con su sensibilidad para identificar y corregir actos violentos, pues la violencia nunca será una opción para resolver los conflictos. “Actualmente, los medios de comunicación e instituciones ya les dieron herramientas a las mujeres para identificar situaciones de riesgo; ahora es necesario trabajar con más énfasis en los hombres para hacer el cambio sociocultural”, afirma.
El Instituto de la Mujer trabaja con hombres jóvenes y adultos a través de talleres reflexivos que abordan las temáticas de violencia en el noviazgo y trata de personas en diferentes municipios del estado.
Necesario aprender del feminismo: investigador
La erradicación de la violencia en contra de las mujeres no será un proceso fácil ni rápido; la sociedad se tiene que reconstruir para identificarse de otras maneras, asegura el doctor José Ricardo Gutiérrez, experto en temas de género y violencia, del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias (CRIM) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
“El feminismo en la última década ha profundizado su impacto a nivel global, desde las instituciones públicas, universidades, en las empresas, la publicidad, todo esto se ha dado en la última década, pero eso ya existía antes en los movimientos feministas, pero las narrativas han permitido su circulación”, explica.
Para el investigador, el término de nuevas masculinidades propone a los hombres como aliados; sin embargo, dice, históricamente, las mujeres han hecho solas sus luchas. “Más bien, el hombre tiene que pensar sus conductas y prácticas; la ética que se marca en nuestro deseo de ser varones, reconocer los malestares y dolores que implican ciertos mandatos masculinos”.
Afirma que a los hombres les toca aprender del feminismo, “mejorar el lenguaje que se usa para alejarse de los ambientes violentos, no solo para la convivencia entre hombres y mujeres, sino también entre hombres, espacios en los que también hay violencia en contra de las mujeres. Es indispensable cuidar las maneras de hablar y el fondo de lo que se dice”.
Con información de Valeria Díaz
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