Estados Unidos reafirmó en Bonn ante la conferencia del clima de la ONU que tiene su propio rumbo y que recurrirá a cualquier tipo de energía, lo más limpia posible, mientras que una veintena de países prometían abandonarán el carbón la próxima década.
“Queremos apoyar las fuentes de energía lo más limpias y eficientes posibles, sea cual sea su origen” declaró la subsecretaria de Estado interina para asuntos medioambientales, Judith Garber, en la COP23 que concluyó ayer.
Fue la primera intervención del gobierno de Donald Trump ante una conferencia del clima desde que decidió abandonar el histórico Acuerdo de París, alcanzado en 2015 para luchar contra el cambio climático. Su intervención cosechó pocos aplausos entre los representantes de 196 países.
Ese liderazgo pasa por utilizar los enormes recursos que EU aún dispone en materia de combustibles de origen fósil, como el petróleo de esquisto, o el propio carbón.
Para Washington, los avances tecnológicos han conseguido convertir el carbón, el mayor responsable del calentamiento del planeta, en un recurso “limpio”, algo que contestan los expertos en cambio climático.
Por su parte una veintena de países, liderados por Gran Bretaña y Canadá, anunciaron una “Alianza para el abandono del carbón”.
Suscrita entre otros por Bélgica, Costa Rica, El Salvador, Finlandia, Francia, Italia o México, esa alianza quiere eliminar definitivamente esa fuente energética, antes del 2030.
Es para esa fecha que el Acuerdo de París prevé limitar a 2º C el calentamiento del planeta.
Las predicciones actuales son que el planeta no cumplirá ese objetivo, con consecuencias impredecibles.