/ lunes 10 de abril de 2023

Emiliano Zapata y Francisco Villa: En un tiro, ¿quién ganaría?

Dada su experiencia similar en batallas y el carácter luchador de ambos, probablemente el enfrentamiento habría durado muchos días

La distancia y la aparentemente buena relación que existía entre los dos caudillos hace poco probable un escenario de enfrentamiento entre ambos.

Aunque en alguna versión de historia alternativa se podría pensar en las capacidades que cada uno tendría en un pleito mano a mano o uno entre la División del Norte y el Ejército Libertador del Sur.

Siendo unidades revolucionarias, los ejércitos de Villa y Zapata tenían números extraordinariamente variados.

El comandado por Emiliano Zapata se formó desde 1911 y fue creciendo de una guerrilla de 70 hombres en Villa de Ayala que fueron reclutando a más personas en la región hasta alcanzar los 27 mil efectivos para 1914; luego empezó a diluirse durante 1915 y el control que tenía de la región centro y sur del país se redujo a solamente Morelos, con alrededor de 4 mil efectivos, según los historiadores.

Mucho mayor era el ejército de Francisco Villa, cuyo estratega principal era el militar Felipe Ángeles. La División del Norte tenía 20 cuerpos militares, 16 de ellos brigadas, además de artillería, infantería, estado mayor y hasta la guardia personal del general en jefe, los famosos “Dorados” de Villa.

En esas 20 unidades se integraban desde 15 mil hasta 200 mil efectivos. Sólo el ejército Constitucionalista en 1915, comandado por Álvaro Obregón, pudo derrotar a la División del Norte, que se replegaría a Chihuahua donde se convertiría, enseñan los libros de historia, en una guerrilla que luego invadiría Columbus, en Nuevo México, y se enfrentaría al ejército norteamericano en diversas batallas que Villa logró ganar gracias a la fidelidad de un grupo muy reducido de hombres que aún le eran fieles.

Con 1.78 metros de estatura, Francisco Villa era apenas ocho centímetros más alto que Emiliano Zapata, la constitución regular de ambos y su experiencia similar en batallas, darían apenas una ligera ventaja al chihuahuense en batalla cuerpo a cuerpo. Probablemente por ello los cronistas morelenses aseguran que un tiro entre Villa y Zapata habría terminado en un empate técnico, y por el carácter luchador de ambos, probablemente habría durado muchos días.

Emiliano Zapata Salazar, mejor conocido como El Caudillo del Sur, es uno de los más grandes próceres en la historia de nuestro país por su destacada participación en la Revolución Mexicana del año 1910, que le vale hoy en día estar en las páginas de los libros de historia. Por su parte, José Doroteo Arango Arámbula, alias Francisco Villa, también fue caudillo, pero en el norte de México.

Ambos comandaron el gran movimiento para liberar al país de una dictadura de más de 30 años encabezada por el presidente de ese entonces: Porfirio Díaz.

Los dos entraron a la lucha revolucionaria de la misma manera, pues según cuentan los libros de historia fue un tercero quien les contactó con Francisco I. Madero y así comenzó todo.

A ambos los caracterizaba un gran bigote y han sido retratados como férreos guerreros que, hasta la muerte, lucharon por una sola causa. También fueron vistos como dos machos mexicanos, entre otras tantas similitudes y también contrastes

Sin embargo, las diferencias entre Villa y Zapata comienzan desde los ejércitos que comandaban: Pancho llevaba las riendas de la División del Norte; Zapata, por su parte, Emiliano comandó a los efectivos del Ejército Libertador del Sur. Ambos desde sus trincheras combatieron y se enfrascaron en diferentes enfrentamientos para liberar a México de una dictadura.

La historia cuenta que esta es una de las principales diferencias que existió entre los dos próceres, uno del sur y otro del norte, uno originario de la comunidad de Anenecuilco, en el municipio de Villa de Ayala, Morelos, pegado al centro de país, pero ya con miras hacia la zona baja; y el otro oriundo de una zona conocida como La Coyotada, en el estado de Durango, más al norte de México.

Algunas de las grandes dudas que surgen al nombrar a ambos es que si a pesar de la distancia eran amigos, tuvieron encuentros, se frecuentaban o cuál fue la relación que existió entre estos dos singulares y reconocidos personajes.

Según se relata en una de las revistas de Arqueología, del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), los primeros acercamientos entre los caudillos revolucionarios fueron a través de cartas, pero fue gracias a representantes y consejeros que se logró la alianza de los ejércitos que ambos comandaban.

De acuerdo con registros oficiales, Zapata y Villa se enviaron hasta 30 misivas en las cuales se ponían al tanto de lo que ocurría en la trinchera que defendía cada uno, planeaban e incluso se aconsejaban sobre cómo sobrevivir a los enfrentamientos que vivían día con día durante la Revolución.

Además, según un escrito de la Secretaría de Cultura denominado Zapata imaginado. Líneas y trazos en torno al Caudillo del Sur, la relación entre el morelense y el duranguense era bastante cordial.

Llama la atención que dentro de la historia que se cuenta sobre las famosas cartas entre ambos, es que supuestamente en una Pancho Villa le habría propuesto a Emiliano Zapata invadir Estados Unidos.

“El enemigo común para México es actualmente Estados Unidos y la integridad e independencia de nuestro país está a punto de perderse si no nos unimos y con las armas en la mano impedimos que la venta de la Patria sea un hecho”, se lee en una de las cartas encontradas en los bolsillos del uniforme de uno de los soldados caídos en la Batalla de Columbus.

Pero diversos historiadores refieren que este fue un hecho falso convertido en toda una leyenda. Algunos de los especialistas señalan, por otra parte, que al revisar la tipografía esta no corresponde a la de Villa, pero queda entre los anales de la historia como una anécdota curiosa.

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Un encuentro histórico

Zapata y Villa tuvieron un único encuentro, el cual está retratado en diferentes libros de la historia de México. De aquel se desprende la famosa fotografía en Palacio Nacional donde Villa se sentó en la silla presidencial.

Cuenta la historia que esta reunión se dio a cuatro años del estallido del movimiento revolucionario, un 4 de diciembre de 1914, cuando los ejércitos de ambos entraron triunfantes a la alcaldía de Xochimilco en la capital del país, después de que alejaron a las fuerzas carrancistas, comandadas por Venustiano Carranza, para que éstas se desplegaran a los estados de Puebla y Veracruz.

Se dice que al reunirse y verse por primera vez se dieron un fraternal abrazo, para luego irse a comer y a preparar las bases para el Plan de Xochimilco, con el cual combatirían a Venustiano, su enemigo número uno en común, luego de que ambos se separaron del bando de los constitucionalistas por diferencias.

Dos días después de este suceso, el 6 de diciembre, Villa y Zapata arribaron a Palacio Nacional donde fueron recibidos por el presidente interino y este momento quedó plasmado en la icónica fotografía donde se les ve a ambos sentados en la silla presidencial, el máximo recuerdo que se tiene entre los dos.

Existen otros datos, pero más que ciertos u oficiales, parece que salieron del imaginario de la misma sociedad, pues revelan que durante su encuentro ambos se habrían felicitado por sus triunfos y logros. Hay otros escritos que refieren que la comida que degustaron los caudillos ese día fue mole, tamales y frijoles, un auténtico manjar mexicano.

Dos hombres, dos historias

Pancho Villa originalmente se llamó Juan Doroteo Arango Arámbula, pero existen teorías del porqué cambió su nombre. Una de ellas refiere que el hijo del dueño de la hacienda donde Villa trabaja habría violado a su hermana y éste, en represalia, le quitó la vida, por lo que se convirtió en un prófugo de la justicia, lo que le orilló a cambiar de identidad.

En el libro Los Crímenes de Villa: Testimonios, las víctimas relatan la parte más oscura del revolucionario. El texto detalla que el duranguense intentó reclutar a un grupo de hombres armados, pero estos no quisieron y se fueron de la comunidad, como venganza Villa ordenó que secuestraran a todas las mujeres del pueblo y él y sus tropas habrían abusado de ellas. Asimismo, fue acusado también de feminicidio luego de que una mujer le reclamó la muerte de su esposo, a lo que Villa respondió disparándole en la cabeza.

En varias de sus biografías se plasma que Villa se casó más de 70 veces, pero de forma oficial se le reconocen 23 mujeres con las que procreó alrededor de 26 hijos.

Todo lo contrario de Emiliano Zapata, aunque también enamoradizo, pues se tiene registro de que tuvo cinco esposas y 15 hijos e hijas.

Se dice que le gustaba vestir de charro, los bailes y los caballos. Se le pinta como un luchador noble que peleó por las tierras de los campesinos del sur.

En el libro El Álbum de Amanda Díaz, de Ricardo Orozco, basado en el diario de la primogénita del presidente Porfirio Díaz, se relata un supuesto amorío entre el Caudillo del Sur y el esposo de Amanda, Ignacio Torre de la Mier. A ambos se les relaciona por tener una amistad cercana que, se cuenta, llegó a más, al grado de que la hija de Díaz los habría encontrado sostenido relaciones sexuales. Sin embargo, el autor del libro sostiene que en ninguna de las líneas que escribió se asegura que hubo encuentros íntimos. La historia tomó relevancia en 2019 cuando se hizo viral la pintura de Fabián Chairez en la que se ve a Zapata sobre un caballo blanco, desnudo y con tacones.

Sin embargo, nadie puede negar que sus nombres trascendieron la historia de México y que hoy están colocados en un lugar de donde difícilmente bajarán, pero también del cual surgirán, tal vez, más historias de sus lados ocultos.


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La distancia y la aparentemente buena relación que existía entre los dos caudillos hace poco probable un escenario de enfrentamiento entre ambos.

Aunque en alguna versión de historia alternativa se podría pensar en las capacidades que cada uno tendría en un pleito mano a mano o uno entre la División del Norte y el Ejército Libertador del Sur.

Siendo unidades revolucionarias, los ejércitos de Villa y Zapata tenían números extraordinariamente variados.

El comandado por Emiliano Zapata se formó desde 1911 y fue creciendo de una guerrilla de 70 hombres en Villa de Ayala que fueron reclutando a más personas en la región hasta alcanzar los 27 mil efectivos para 1914; luego empezó a diluirse durante 1915 y el control que tenía de la región centro y sur del país se redujo a solamente Morelos, con alrededor de 4 mil efectivos, según los historiadores.

Mucho mayor era el ejército de Francisco Villa, cuyo estratega principal era el militar Felipe Ángeles. La División del Norte tenía 20 cuerpos militares, 16 de ellos brigadas, además de artillería, infantería, estado mayor y hasta la guardia personal del general en jefe, los famosos “Dorados” de Villa.

En esas 20 unidades se integraban desde 15 mil hasta 200 mil efectivos. Sólo el ejército Constitucionalista en 1915, comandado por Álvaro Obregón, pudo derrotar a la División del Norte, que se replegaría a Chihuahua donde se convertiría, enseñan los libros de historia, en una guerrilla que luego invadiría Columbus, en Nuevo México, y se enfrentaría al ejército norteamericano en diversas batallas que Villa logró ganar gracias a la fidelidad de un grupo muy reducido de hombres que aún le eran fieles.

Con 1.78 metros de estatura, Francisco Villa era apenas ocho centímetros más alto que Emiliano Zapata, la constitución regular de ambos y su experiencia similar en batallas, darían apenas una ligera ventaja al chihuahuense en batalla cuerpo a cuerpo. Probablemente por ello los cronistas morelenses aseguran que un tiro entre Villa y Zapata habría terminado en un empate técnico, y por el carácter luchador de ambos, probablemente habría durado muchos días.

Emiliano Zapata Salazar, mejor conocido como El Caudillo del Sur, es uno de los más grandes próceres en la historia de nuestro país por su destacada participación en la Revolución Mexicana del año 1910, que le vale hoy en día estar en las páginas de los libros de historia. Por su parte, José Doroteo Arango Arámbula, alias Francisco Villa, también fue caudillo, pero en el norte de México.

Ambos comandaron el gran movimiento para liberar al país de una dictadura de más de 30 años encabezada por el presidente de ese entonces: Porfirio Díaz.

Los dos entraron a la lucha revolucionaria de la misma manera, pues según cuentan los libros de historia fue un tercero quien les contactó con Francisco I. Madero y así comenzó todo.

A ambos los caracterizaba un gran bigote y han sido retratados como férreos guerreros que, hasta la muerte, lucharon por una sola causa. También fueron vistos como dos machos mexicanos, entre otras tantas similitudes y también contrastes

Sin embargo, las diferencias entre Villa y Zapata comienzan desde los ejércitos que comandaban: Pancho llevaba las riendas de la División del Norte; Zapata, por su parte, Emiliano comandó a los efectivos del Ejército Libertador del Sur. Ambos desde sus trincheras combatieron y se enfrascaron en diferentes enfrentamientos para liberar a México de una dictadura.

La historia cuenta que esta es una de las principales diferencias que existió entre los dos próceres, uno del sur y otro del norte, uno originario de la comunidad de Anenecuilco, en el municipio de Villa de Ayala, Morelos, pegado al centro de país, pero ya con miras hacia la zona baja; y el otro oriundo de una zona conocida como La Coyotada, en el estado de Durango, más al norte de México.

Algunas de las grandes dudas que surgen al nombrar a ambos es que si a pesar de la distancia eran amigos, tuvieron encuentros, se frecuentaban o cuál fue la relación que existió entre estos dos singulares y reconocidos personajes.

Según se relata en una de las revistas de Arqueología, del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), los primeros acercamientos entre los caudillos revolucionarios fueron a través de cartas, pero fue gracias a representantes y consejeros que se logró la alianza de los ejércitos que ambos comandaban.

De acuerdo con registros oficiales, Zapata y Villa se enviaron hasta 30 misivas en las cuales se ponían al tanto de lo que ocurría en la trinchera que defendía cada uno, planeaban e incluso se aconsejaban sobre cómo sobrevivir a los enfrentamientos que vivían día con día durante la Revolución.

Además, según un escrito de la Secretaría de Cultura denominado Zapata imaginado. Líneas y trazos en torno al Caudillo del Sur, la relación entre el morelense y el duranguense era bastante cordial.

Llama la atención que dentro de la historia que se cuenta sobre las famosas cartas entre ambos, es que supuestamente en una Pancho Villa le habría propuesto a Emiliano Zapata invadir Estados Unidos.

“El enemigo común para México es actualmente Estados Unidos y la integridad e independencia de nuestro país está a punto de perderse si no nos unimos y con las armas en la mano impedimos que la venta de la Patria sea un hecho”, se lee en una de las cartas encontradas en los bolsillos del uniforme de uno de los soldados caídos en la Batalla de Columbus.

Pero diversos historiadores refieren que este fue un hecho falso convertido en toda una leyenda. Algunos de los especialistas señalan, por otra parte, que al revisar la tipografía esta no corresponde a la de Villa, pero queda entre los anales de la historia como una anécdota curiosa.

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Un encuentro histórico

Zapata y Villa tuvieron un único encuentro, el cual está retratado en diferentes libros de la historia de México. De aquel se desprende la famosa fotografía en Palacio Nacional donde Villa se sentó en la silla presidencial.

Cuenta la historia que esta reunión se dio a cuatro años del estallido del movimiento revolucionario, un 4 de diciembre de 1914, cuando los ejércitos de ambos entraron triunfantes a la alcaldía de Xochimilco en la capital del país, después de que alejaron a las fuerzas carrancistas, comandadas por Venustiano Carranza, para que éstas se desplegaran a los estados de Puebla y Veracruz.

Se dice que al reunirse y verse por primera vez se dieron un fraternal abrazo, para luego irse a comer y a preparar las bases para el Plan de Xochimilco, con el cual combatirían a Venustiano, su enemigo número uno en común, luego de que ambos se separaron del bando de los constitucionalistas por diferencias.

Dos días después de este suceso, el 6 de diciembre, Villa y Zapata arribaron a Palacio Nacional donde fueron recibidos por el presidente interino y este momento quedó plasmado en la icónica fotografía donde se les ve a ambos sentados en la silla presidencial, el máximo recuerdo que se tiene entre los dos.

Existen otros datos, pero más que ciertos u oficiales, parece que salieron del imaginario de la misma sociedad, pues revelan que durante su encuentro ambos se habrían felicitado por sus triunfos y logros. Hay otros escritos que refieren que la comida que degustaron los caudillos ese día fue mole, tamales y frijoles, un auténtico manjar mexicano.

Dos hombres, dos historias

Pancho Villa originalmente se llamó Juan Doroteo Arango Arámbula, pero existen teorías del porqué cambió su nombre. Una de ellas refiere que el hijo del dueño de la hacienda donde Villa trabaja habría violado a su hermana y éste, en represalia, le quitó la vida, por lo que se convirtió en un prófugo de la justicia, lo que le orilló a cambiar de identidad.

En el libro Los Crímenes de Villa: Testimonios, las víctimas relatan la parte más oscura del revolucionario. El texto detalla que el duranguense intentó reclutar a un grupo de hombres armados, pero estos no quisieron y se fueron de la comunidad, como venganza Villa ordenó que secuestraran a todas las mujeres del pueblo y él y sus tropas habrían abusado de ellas. Asimismo, fue acusado también de feminicidio luego de que una mujer le reclamó la muerte de su esposo, a lo que Villa respondió disparándole en la cabeza.

En varias de sus biografías se plasma que Villa se casó más de 70 veces, pero de forma oficial se le reconocen 23 mujeres con las que procreó alrededor de 26 hijos.

Todo lo contrario de Emiliano Zapata, aunque también enamoradizo, pues se tiene registro de que tuvo cinco esposas y 15 hijos e hijas.

Se dice que le gustaba vestir de charro, los bailes y los caballos. Se le pinta como un luchador noble que peleó por las tierras de los campesinos del sur.

En el libro El Álbum de Amanda Díaz, de Ricardo Orozco, basado en el diario de la primogénita del presidente Porfirio Díaz, se relata un supuesto amorío entre el Caudillo del Sur y el esposo de Amanda, Ignacio Torre de la Mier. A ambos se les relaciona por tener una amistad cercana que, se cuenta, llegó a más, al grado de que la hija de Díaz los habría encontrado sostenido relaciones sexuales. Sin embargo, el autor del libro sostiene que en ninguna de las líneas que escribió se asegura que hubo encuentros íntimos. La historia tomó relevancia en 2019 cuando se hizo viral la pintura de Fabián Chairez en la que se ve a Zapata sobre un caballo blanco, desnudo y con tacones.

Sin embargo, nadie puede negar que sus nombres trascendieron la historia de México y que hoy están colocados en un lugar de donde difícilmente bajarán, pero también del cual surgirán, tal vez, más historias de sus lados ocultos.


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