La hija del maestro y precursor del esquí acuático en Tequesquitengo, Eduardo López Román, Molacho, Lidia López, rechazó que su padre muriera de Covid-19 e insistió que fue por neumonía. Al mismo tiempo, confirmó que ya se prepara un homenaje de despedida.
La casa de Eduardo López se encuentra en la vecina comunidad de San José Vista Hermosa, y en un rincón conserva no solo los trofeos y medallas, sino también una serie de fotografías de los momentos que a lo largo de sus 83 años guardó y aún hoy exhibe celosamente para recordar esas grandes hazañas.
El martes, alrededor de las 14 horas, Lidia notó que su padre no mejoraba y entonces decidió trasladarlo al Hospital General Ernesto Meana, de Jojutla, pero lamentablemente al poco tiempo le dio un paro cardiaco, y el médico le confirmó que tenía neumonía.
Con nostalgia y pesar recordó que lo trataron como si fuese un paciente de Covid y le indicaron que tenía que sepultarlo de inmediato o incinerarlo.
Por eso, en cuanto se contrataron los servicios funerarios le recomendaron el crematorio de Santo Tomás, ubicado en Xoxocotla. Razón por la cual no hubo velación, pero adelantó que preparan para mañana un sencillo homenaje con el apoyo del Ayuntamiento de Jojutla, quienes también le condonaron el pago de la expedición de documentos y el registro del acta de defunción.
Reafirmó que desconoce cuántos alumnos tuvo su padre a lo largo de su vida como instructor de esquí: “No tengo idea a cuánta gente le enseñó, pero sé que varias personas les llevaron a sus nietos y les pidieron que les enseñara como a ellos y a sus hijos o hijas, tuvo escuela para tres generaciones", puntualizó.
Su padre se retiró no hace mucho, cuando se agudizo su problema visual, fue un hombre extraordinario, su segunda pasión era nadar, y bailar, pero fue un hombre que también amaba a los perros, y a varios que andan en las calles de San José Vista Hermosa, les daba de comer.
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