Eli es comerciante y Arturo es geofísico. Antes del eclipse, Eli y Arturo eran completos desconocidos, pero el eclipse los convirtió en amigos. El 14 de octubre de 2023, a las 11:40 de la mañana, ambos coincidieron en el centro de Tepoztlán, intentando tomar una fotografía mientras la Luna atravesaba el Sol. No llevaban cámaras y sus teléfonos no son de última generación, pero Arturo sabía lo que hacía.
"Anoche me puse a ver tutoriales sobre cómo fotografiar el eclipse, así que es lo que estoy intentando", dijo Arturo.
➡️ ¿Ya recibes las noticias en WhatsApp? ¡ES GRATIS!
Mientras colocaba la placa de soldar sobre el teléfono, aumentando el zoom de su celular al máximo, Eli llegó y se paró detrás de él. Cuando logró enfocar el eclipse, la emoción los hizo gritar de alegría.
"Es que se ve hermoso, aunque a simple vista no se ve nada", dijo Eli Flores.
Arturo es geofísico en la Ciudad de México y llegó a Morelos desde temprano, con el propósito de subir el Tepozteco para apreciar el eclipse desde lo alto. El cerro, coronado por una pirámide tlahuica, es capaz de convertir hasta un suspiro en una experiencia mística.
"Lo quería tomar en la pirámide, pero ya no me iba a dar tiempo, así que preferí verlo abajo", dijo Arturo; y su decisión fue acertada ya que gracias a él al menos una decena de personas pudieron configurar las cámaras de sus teléfonos para tomar fotografías del eclipse anular.
Como cualquier otro día
En realidad, la transición lunar atrajo a unos pocos en el pueblo mágico. Algunas familias, que de por sí llegaron al pueblo para disfrutar del fin de semana, vivieron la experiencia después de salir de desayunar. Caminando por las calles, compraron pequeñas obsidianas que los comerciantes les vendieron como filtros para apreciar el eclipse y se entregaron a esa idea como quien se aferra a lo que considera una verdad.
Para los vendedores, fue un día como cualquier otro.
"La gente que vino hoy es la que viene cada sábado; sólo que este sábado es distinto porque hay un eclipse", contó Javier Carrillo, vendedor de artesanías en el centro del pueblo, frente al exconvento.
Javier era un niño en 1991, cuando la Luna cubrió al Sol por completo y el día se convirtió en noche durante un momento, "Me tocó vivirlo siendo un niño y escuchar a los perros ladrar", recuerda.
En el atrio del exconvento de La Natividad, un edificio dominico construido en el siglo XVI, un par de familias se acomodaron en las escaleras de la entrada para contemplar el fenómeno. Fueron solo unos minutos, que en el bullicio de los turistas se alargaron más tiempo, hasta que, poco a poco, la Luna se fue separando del Sol.
Únete a nuestro canal de YouTube