Una escena peculiar: una calle de Cuautlixco repleta de negocios de todo tipo, pero particularmente de los que se dedican a la preparación de bebidas alcohólicas. No es un carnaval, sino la festividad del día de muertos en el panteón municipal de esta localidad, fuera del cual se instalaron comerciantes para vender cerveza y otras bebidas a la gente que acudió a visitar a sus difuntos.
En comparación con los comerciantes que vendían flores de cempasúchil, veladoras y otros artículos propiamente relacionados con la festividad mexicana, los pequeños bares sobresalían por las mesas que colocaron y por ser, finalmente, los que más clientes parecían atraer.
Para algunos vecinos de la localidad, esta situación no fue bien vista, ya que consideran que el consumo de alcohol en la vía pública siempre puede derivar en rencillas y peleas entre los clientes.