A las faldas del volcán Popocatéptl, el pueblo de San Andrés Hueyapan es una de las zonas más frías del estado de Morelos. Los pobladores lo describen con una frase: “Aquí, en San Andrés, cuando no llueve, hace frío”. Para resistir las bajas temperaturas, todavía más en la temporada de invierno, los adultos acostumbran echarse encima gabanes y rebozos, prendas que las mujeres elaboran con sus propias manos, usando los recursos que les da la naturaleza.
“Yo creo que aquí todas aprendimos la técnica de nuestras madres y abuelas”, explica Mireya Salazar, del grupo de gabaneras “Soame, mujeres de tradición”, el cual surgió hace cuatro años con la idea de conservar la técnica tradicional de elaboración de gabanes, cada vez más débil entre las nuevas generaciones, y al mismo tiempo elaborar piezas revolucionarias.
Gracias a este trabajo, este grupo de gabaneras ha destacado en eventos de moda a nivel local e internacional: sus más recientes logros fueron haber participado en la VII Jornada de Moda Sostenible de Madrid, así como haber diseñado un vestido de lana para Nataly Mora, representante de Morelos en Miss World Mexico 2018.
DE LA NATURALEZA
Vestidas con el tradicional chincuete que usan las mujeres de Hueyapan como falda, Mireya y sus compañeras se reúnen en su casa para confeccionar las prendas que, durante siglos, han acompañado a los hombres y mujeres del pueblo. Lo hacen usando todo lo que la naturaleza les regala: la lana la obtienen de los borregos que hay en la localidad, mientras que los tintes son elaborados con las plantas, flores y frutos que crecen en la zona.
Los colores vienen de la naturaleza: de la grana cochinilla, el añil, flores y plantas, y hay algunas que nos sirven como fijadores para que nuestras piezas no se despinten
Con las mujeres ataviadas con la vestimenta tradicional, la elaboración de gabanes de Soame se asemeja a un ritual en el que cada una entra en comunión con la naturaleza. En torno a ellas, casi sin levantar la vista, se observan los montes que marcan la frontera entre el pueblo y la zona volcánica, en la que crecen pinos y cedros. Es ya el mediodía, y aunque la luz del sol ha empezado a deshacer las nubes, el frío sigue aquí.
Un gabán calienta y es eterno, dura toda la vida: uno muere y el gabán se queda, heredándose de generación en generación
UNA VIDA DE LANA
Estolia Cortés, tiene 74 años, y toda una vida dedicándose a confeccionar gabanes y rebozos. En Soame, tanto ella como sus compañeras han encontrado la oportunidad de expresarse por medio de sus creaciones, además de una forma de tener ingresos propios; “yo llevo haciendo gabanes desde que era niña”, sostienen sus palabras.
Con su participación en eventos de moda, haciendo uso de las redes sociales, las gabaneras de Hueyapan buscan que la tradición de los gabanes y los rebozos se conserven en las nuevas generaciones.