El primer Carnaval de Tehuixtla, en Jojutla, fusionó una gama de expresiones, desde las tradicionales mojigangas de Tehuixtla y Mazatepec, los chinelos, los grupos de danza, y un singular llamado a proteger el medio ambiente, el baile, además de juegos pirotécnicos.
Este fin de semana, en dicha comunidad se vivió con alegría la primera edición de lo que se augura será una tradición, como sus ferias y festivales, la feria del queso pan y rompope, la de octubre, el festival de todos los santos y fieles difuntos y ahora el Carnaval. Festejos que reflejan el espíritu festivo y creativo de sus habitantes.
La iniciativa del ayuntamiento de Jojutla, encabezado por Juan Ángel Flores Bustamante, y a través de las gestiones de los directores de Turismo, Silvia María López; de Cultura, Jazmín Pastrana, y de Reconstrucción, Giovanni Romero, fue posible en coordinación con el ayudante municipal Esteban Padilla.
Según registros fotográficos, en Tehuixtla se ha realizado un desfile de carnaval, intermitentemente, al menos desde 1970. A diferencia de los carnavales del norte del estado, donde el brinco de chinelo es el motivo de identidad, aquí, en el sur, se realizan con disfraces de personajes del cine, la televisión, de héroes, caricaturas, con máscaras y antifaces, más al estilo de carnavales como el de Veracruz o los sureste de México, guardando claro sus límites y modestas comparaciones.
Para el cronista Emmanuel Espín, el carnaval es una fiesta que se realiza antes de la semana mayor; nos ayuda a despedirnos del pecado mundano, esperando con fervor los 40 días de ayuno que nos preparan para la Semana Santa, por eso todos los carnavales son antes de esta festividad.
En esta primera edición en Tehuixtla se contó con comparsas de varios municipios de Morelos; Tetecala, Mazatepec, Coatetelco, Amacuzac y Tlaltizapán, además de las comparsas de mojigangas de Tehuixtla y la presencia de seis bandas de viento que alternaban el nutrido y colorido desfile por las principales calles del pueblo.
La algarabía y la fiesta popular llenaron de color, música, comparsas y alegría las principales calles de Tehuixtla, donde sus vecinos hicieron un río humano que bailaban al son de su corazón, sones alegres con sus pies y se echaban de vez en vez sus brincos con los chínelos.
Los vecinos gratamente sorprendidos por la fiesta salieron a la calle a participar y tomar fotos, destacándose y encabezando el recorrido una gran serpiente verde que ondulaba, volando sobre ellos y dejando a todos boquiabiertos por el talento con que la movían los jóvenes del colectivo La hamaca de Tetecala.
Entre los contingentes había grupos de danza de Amacuzac y del Centro Cultural Jorge Cásares, y una escenificación de mar o rio seriamente contaminado, para hacer un llamado a proteger el medio ambiente, evitar los plásticos y desechables que están contaminando los recursos vitales del planeta.
La fusión cultural y la nutrida participación rebaso las expectativas; el zócalo y la avenida Juárez resultaron insuficientes para la desbordante participación que dejó prendida la mecha para que Tehuixtla se prepare para retomar esta tradición que mezcla varias culturas y tradiciones con el emblemático brinco del chinelo.
Para cerrar con broche de oro está primera de edición, hubo espectáculo de pirotecnia con bombas de luces y cohetes, la fiesta se prolongó hasta la madrugada en el zócalo la de población con baile y verbena popular, donde los ingresos por los puestos de venta de antojitos y bebidas fueron en beneficio de la ayudantía municipal.