La impresión de todo tipo de documentos a través de la tinta y el papel tuvo su auge en los inicios del pasado siglo XX con la instalación de varias imprentas en el primer cuadro de Cuautla.
La mayoría se asentó sobre las calles de Escolta de Morelos, Proclama, Almonte y Unión, que se ubican atrás del antiguo Palacio Municipal.
Muchos de estos negocios al paso del tiempo han cerrado, o en el mejor de los casos, fueron traspasados por sus propietarios, pero las han tenido que modernizar con nueva maquinaria acorde a los tiempos digitales.
Y es que los antiguos negocios de impresión contaban con añejas impresoras tipográficas, la mayoría construidas en Estados Unidos a principios del siglo pasado.
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Estos talleres que tuvieron su gran auge en la impresión de todo tipo de trabajos como invitaciones, carteles, recibos, volantes, tarjetas de presentación, entre otros; desde finales de la década de 1980 empezaron a sostener una batalla fuerte ante la moderna era digital que empezó a perjudicar su mercado hasta caer en un 60 por ciento, como lo aseguran empresarios del ramo que han subsistido a estos embates.
La mayoría ha tenido que transformarse para hacerle frente ya sea ingresando a la nueva tecnología cambiando las viejas máquinas chandler por las modernas offset, o, bien, mudándose a la serigrafía.
El fin de una era
Fermín Alvillar Morales es uno de los microempresarios del ramo que reconocen que tuvieron que cambiar su forma de trabajar arrasados por el cambio tecnológico.
Fermín, como muchos de los que instalaron una imprenta en esta ciudad, comenta que tuvo su etapa de aprendizaje en una imprenta que sigue vigente y que actualmente es la más grande en la ciudad y, posiblemente, en el estado, llamada Impresos América, la cual fundó el siglo pasado el exfutbolista profesional Isidro Gil Tapia sobre la calle de Escolta de Morelos.
“En esa imprenta trabajamos muchos que posteriormente pusimos nuestras imprentas, algunos todavía están vigentes, pero en el caso mío, por un problema de salud tuve que vender mi maquinaria y mudarme a la serigrafía, pero gracias a la imprenta sacamos para vivir desde que nos independizamos, en el año de 1980”.
Asimismo, afirma que muchos han cerrado sus negocios, más del 50 por ciento en lo que va de las últimas dos décadas.
De la imprenta al celuloide
Entre ese andar en el negocio, don Fermín tuvo la fortuna de ser contratado como extra en un par de películas en las que no aparecía precisamente trabajando su maquinaria.
Fueron apariciones en cinco escenas en la película “Viaje al Paraíso” que se estrenó en 1985 con Ernesto Gómez Cruz, María Rojo y Salvador Sánchez.
“El productor de esa película me contrató para imprimir los recibos de pago para los extras, en ese entonces trabajaba con mi hermano José María en la imprenta Reforma, le hice el trabajo y de ahí surgió la invitación para participar en la película; me pagaron muy bien, 300 pesos por escena que era un buen dinero en ese momento, así que no me pude quejar”, recuerda.
En una segunda visita a la ciudad el cineasta le dio trabajo en otra película que se filmó en las faldas del volcán Popocatépetl en una producción llamada Sobrevuelo del Águila donde se caracterizó de militar en la supuesta frontera de Turquía; “son de las cosas agradables que me dejó el trabajo en la imprenta”, afirmó.
Los que pasaron a la historia
Indicó que por fallecimiento de sus dueños, o simplemente por no emigrar a las nuevas tecnologías, al menos unos 12 negocios de impresión han cerrado sus puertas en Cuautla en los años recientes.
“Hablamos de Impresos Heraldo, Imprenta Santiago, Imprenta Urzúa, Imprenta Centeno, Imprenta Leo's, Imprenta Libra, Impresos Total, Imprenta Cuautlixco, Imprenta Imagina, Imprenta Cuautla del Sr. Chuy Cárdenas, Impresos Castillo, Imprenta Zamarrón”, aseguró el entrevistado.
Entre estos negocios se destacan las Imprentas Urzúa que después cambió a Heraldo, al ser adquirida por el señor Manuel Tenango, un empresario que subsistió por más de cinco décadas desde que aprendió el oficio.
Don Manuel empezó rentando con todo y maquinaria los Impresos Castillo que se ubicaban sobre el callejón de Inhumanos Yedras.
Tras casi dos décadas en ese lugar, él y su hijo Miguel Tenango adquirieron la Imprenta Urzúa, la cual transformaron en Impresos Heraldo, negocio que subsistió por tres décadas más hasta el fallecimiento del propietario.
Cambios para subsistir
José María Alvillar, hermano de Fermín, es uno de los pocos que todavía emplean una antigua máquina Chandler Price, aunque sola la usa para foliar y perforar recibos, ya que la modernidad, lo acepta, lo obligó a emigrar a imprimir en una moderna máquina offset que se manipula a través de una computadora.
“Era renovarse o morir; todos los que en su momento trabajamos con las viejas máquinas, tuvimos que emigrara a la nueva tecnología”.
Su máquina fabricada en Cleveland, Ohio, Estados Unidos, dice, lo acompaña desde que inició la imprenta en marzo del año de 1979; “tengo 44 años trabajando, la máquina la compré restaurada, por lo que tiene más de medio siglo de vida; sigo con ella, pero sólo para hacer lo que no hacen las máquinas modernas, foliar y perforar trabajos como recibos con talonarios”.
Por ello, tuvo que vender toda la tipografía que utilizaba para hacer los trabajos de impresión a la antigüita; “ya quedó obsoleto, lo de ahora es trabajar en esta máquina offset que tuve que comprar con su equipo de cómputo, donde, con el apoyo de una diseñadora, hago los trabajos ahora para seguir vigente en este trabajo”.
Gracias a esos cambios, asegura, “es como me he mantenido, de hecho, soy el único en la avenida Reforma, donde muchos quisieron establecerse, pero no duraron más de cuatro o cinco meses y cerraron”.
“Antes de ser impresor trabajé en el campo, pero mi madre que trabajaba con don isidro Gil en la Imprenta América le habló de mi para que me dieran trabajo y es como mudé a este oficio, ganando menos ya que en el campo ganaba 60 pesos a la semana y aquí empecé con 50, pero le eché ganas para aprender, y como Hugo Sánchez el futbolista me quedaba más tiempo y es como fui ascendiendo y luego hasta el mismo dueño de la imprenta me dio un crédito para comprar mis primeras máquinas”, puntualizó.
La antigua impresión
Las imprentas tipográficas del siglo pasado que empezaron a proliferar en Cuautla, utilizaban componedores para armar los textos a imprimir.
El componedor es una herramienta de metal de 25 cm de largo, con dos topes, uno fijo y otro corredero que permite modificar la longitud de la línea.
En esta herramienta se inserta tipo por tipo (letra por letra hecha de plomo, espacio por espacio de forma manual) hasta formar línea por línea.
Comparado con el trabajo digital, este sistema ha quedado obsoleto, de ahí que los impresores sufrieron para adaptarse a la nueva era, quienes tuvieron que invertir en la nueva tecnología para evitar el cierre del negocio.
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