David debe llegar a su cita en Cuernavaca a las 18:00 horas. Viajará en autobús, así que compró el boleto para el vehículo que, alrededor de las 16:30 horas, pasará por la terminal de Cuautlixco. A la hora de pagar sus 90 pesos, la trabajadora le dice que el autobús viene con retraso. Mientras el tiempo corre, David ve pasar los vehículos que van a la Ciudad de México y empieza a desesperarse. No es el único. Cansados de esperar de pie, otros usuarios empiezan a golpear el suelo con la punta del zapato, cruzando los brazos en señal de molestia.
La escena puede repetirse día tras día en las terminales de la única línea de autobuses que presta servicio de Cuautla a Cuernavaca, cuyas terminales se encuentran en Cuautlixco, Oaxtepec y Tepoztlán. En su viaje a Cuernavaca, cientos de usuarios enfrentan retrasos que alcanzan la media hora, tiempo que puede aumentar en el trayecto cuando ocurre algún accidente o las carreteras están en obra. Aquel día, David llegó a la cita una hora tarde.
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"El problema con los autobuses es que no hay una buena logística de parte de la gerencia de tráfico, que se encarga de movilizar a todos los autobuses de la región: cómo se encuentran, dónde están ubicados y de qué forma se van a ir moviendo a la gerencia de ventas, que era donde yo me encontraba", dice César Israel, extrabajador de la línea de autobuses.
Cuando la salida de los vehículos se retrasa, es común que los empleados intenten calmar a la gente argumentando tráfico pesado en horas pico, y, aunque ciertamente eso puede ocurrir, en muchas ocasiones es una mentira:
"Teníamos que mentirle a la gente, diciéndole que el autobús estaba descompuesto, y algunos sí lo estaban; otras veces decíamos que el tráfico hacía que no llegaran a tiempo... Pero muchas de las veces era porque no tenían diesel", recuerda César, quien dejó de trabajar para la empresa en 2013.
Pero los retrasos son apenas la punta del iceberg de las críticas al servicio que presta la línea, administrada por dos empresas distintas. Para César, este hecho impide emprender proyectos de mejora a mediano y largo plazo, ya que la gerencia se turna cada dos años. Así, los autobuses van envejeciendo a fuerza de la falta de mantenimiento adecuado, la operación que les dan conductores que casi no descansan y ganan poco, y la falta de labores de limpieza que deberían realizarse entre un viaje y otro, pero que no se hacen cuando la demanda es mucha y la oferta poca.
"Me ha tocado viajar en autobuses con asientos reclinables que ya no funcionan y que huelen mal", agrega David, para quien los 90 pesos que cuesta viajar de Cuautla a la capital del estado, más otros 90 de regreso, no se ven compensados por la calidad del servicio. Y César cuenta el motivo:
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"Hay algo que se llama avituallamiento, que es cuando llega el autobús, se limpia, se cambian las toallas... Pero a veces no había tiempo ni de hacerlo, aunque era necesario, pero como no había autobuses tenían que irse de 'rebote' y los conductores se enojaban", recuerda.
En busca de saber si estos problemas serán resueltos, quisimos hablar con algún representante de la empresa, sin éxito alguno. Vía telefónica, el personal remitió la llamada en varias ocasiones a distintas áreas. La última trabajadora con la que tuvimos contacto explicó que era nueva y que estaba en proceso de involucrarse con las actividades diarias, por lo que no podía proporcionar esa información.
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