/ lunes 23 de octubre de 2023

Sedatu entrega obras de calidad deficiente

Trabajos de mejoramiento urbano han tenido que ser reparados por los municipios ante la mala planificación de la dependencia federal

Falta de socialización, plazos difíciles de cumplir y cerradez ante la intervención de los colegios de arquitectos locales son algunos de los factores que ensombrecen la calidad de las obras realizadas por la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu) en el estado de Morelos, un problema que se ha reflejado en la desaprobación ciudadana de pavimentaciones y rehabilitaciones de plazas públicas cuando ya fueron entregadas a la comunidad, así como en reparaciones tempranas cuyo costo debe ser asumido por los gobiernos municipales, como ocurrió este año con la reconstrucción del zócalo de Cuautla.

Desde el inicio del gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, en 2019, la Sedatu puso en marcha el Programa de Mejoramiento Urbano, cuyo objetivo es atender áreas que enfrentan rezago urbano o social a través de diversas intervenciones. En 2019, su primer año operativo, el presidente anunció la reconstrucción de las plazas y calles más importantes del municipio de Ayala, en el marco del centenario luctuoso de Emiliano Zapata Salazar. Desde entonces, los arquitectos adheridos al Colegio de Arquitectos de Morelos A.C. se enfrentaron a la cerradez de la dependencia federal para atender las observaciones de los especialistas locales:

“Logramos participar en la supervisión, casi nos les pegamos para que nos dejaran ver el proyecto, pero nos dimos cuenta que había cosas que ya no se podían corregir. Como los proyectos salen por una obra y volumen determinados, ya no se modifican las cosas. Ya no se pueden hacer cambios”, recuerda Jesús Jiménez Ventura, arquitecto que hoy ocupa el cargo de Director de Servicios Públicos en Cuautla.

En Ayala, la dependencia federal remodeló calles y plazas en Anenecuilco, Ciudad Ayala y Chinameca, rehabilitando el zócalo, el museo Casa Zapata y las calles de Anenecuilco, un total de 15 obras que sumaron un presupuesto de más de 220 millones de pesos, y donde las inconformidades no hicieron falta.

Las reparaciones tempranas del zócalo de Cuautla

Uno de los ejemplos más marcados de los errores que cometió el gobierno federal a la hora de ejecutar sus proyectos ocurrió este año en Cuautla, apenas siete meses después de que la remodelación de la Plaza José María Morelos y Pavón, el zócalo, fuera inaugurada. Tras una de las primeras lluvias torrenciales de la temporada, todos los establecimientos comerciales de la zona sufrieron inundaciones debido a los desniveles elevados, que pronto se convirtieron en tortuosos topes para los locatarios que trasladan sus mercancías en diablitos y triciclos y que, desde el principio, se quejaron por no haber tenido acceso al proyecto ejecutivo.

Las reparaciones fueron asumidas por la Dirección de Servicios Públicos, pero no fueron las únicas. Las autoridades municipales también asumieron otros daños.

“También atendimos las jardineras, se replantaron algunas plantas, pusimos algunos registros de luz que estaban al descubierto, que eran peligrosos para la gente que se sienta en la plaza. Lo más grave eran las rejillas pluviales, que se veían bonitas, pero que no tenían mucha funcionalidad”, agrega Ventura.

La lista va en aumento, porque los adoquines también empiezan a desprenderse. El ayuntamiento ha hecho los reportes correspondientes, pero, ante el reclamo social, es casi seguro que preferirá no esperar demasiado.

Proyectos cerrados

Para la presidenta del Colegio de Arquitectos de Morelos sección Cuautla, Carolina Torres Miranda, los errores que cometió la Sedatu en la plaza José María Morelos y Pavón no son exclusivos de este municipio, sino que es un fenómeno que se da en todos los estados de la República. De acuerdo con la arquitecta, la dependencia federal ejecuta sus obras sin estudios de campo debidamente detallados, sin consultar a la población local y con un casi nulo acceso a los cuerpos colegiados regionales:

“Dondequiera que hacen sus trabajos, tienen sus empresas que los realizan, no son de la región las que los desarrollan, así que no conocen, no hacen estudios de campo. No conocen el horario laboral, los días que hay más concurrencia. Se limitan al terreno que van a trabajar, y eso es a nivel nacional”, explica la especialista.

Durante la rehabilitación del zócalo, los arquitectos locales intentaron acceder al proyecto ejecutivo y vigilar de cerca las obras, encontrándose con limitantes provenientes de la propia institución: “No nos permitieron el acceso tan abiertamente, sólo a algunos se les dejó conocer y nosotros somos respetuosos de las decisiones de las autoridades. La Sedatu hizo el trabajo al cien por ciento”, afirma Torres, quien reconoce en el gobierno federal la intención de mejorar la imagen urbana, pero critica la falta de involucramiento con las comunidades en que las realiza.

Este año, con una inversión de 150 millones de pesos, la Sedatu inició la construcción del mercado municipal de Tepoztlán, un edificio de cuatro plantas que, conforme ha ido tomando forma, los habitantes se han quejado por su aspecto y accesibilidad: a pesar de que se prevé contar con un elevador, los locatarios y la gente del pueblo consideran que supondrá un obstáculo para ofrecer su mercancía a los pobladores de mayor edad.

“Se fueron a cuatro niveles, lo que viola los reglamentos de construcción, pero hay algo importante: las necesidades obligan. Hay una necesidad fuerte del mercado de Tepoztlán”, dice Felipe Gándara, presidente del Comité Ciudadano de Pueblos Mágicos de Morelos, organismo que, junto con el Colegio de Arquitectos de Morelos sección Tepoztlán, ha participado en las revisiones que se han reflejado en adecuaciones sobre la marcha para la construcción.

De acuerdo con Gándara, el proyecto debió haber tomado en cuenta el sismo del 19 de septiembre de 2017, que dañó gravemente el exconvento de Tepoztlán, y diseñar un edificio que resistiera sismos violentos. Esos aspectos, dijo, están considerándose a partir de las observaciones que han realizado los cuerpos colegiados:

“Algo que nos importaba mucho es que la estructura aguante. Ahora somos una zona sísmica violenta desde el 17, todo eso se ha revisado. Se han tenido muchas reuniones con los arquitectos de Morelos, ha habido mucho trabajo para ver cómo va a quedar la obra, que sea usable”, concluyó el promotor turístico.


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Falta de socialización, plazos difíciles de cumplir y cerradez ante la intervención de los colegios de arquitectos locales son algunos de los factores que ensombrecen la calidad de las obras realizadas por la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu) en el estado de Morelos, un problema que se ha reflejado en la desaprobación ciudadana de pavimentaciones y rehabilitaciones de plazas públicas cuando ya fueron entregadas a la comunidad, así como en reparaciones tempranas cuyo costo debe ser asumido por los gobiernos municipales, como ocurrió este año con la reconstrucción del zócalo de Cuautla.

Desde el inicio del gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, en 2019, la Sedatu puso en marcha el Programa de Mejoramiento Urbano, cuyo objetivo es atender áreas que enfrentan rezago urbano o social a través de diversas intervenciones. En 2019, su primer año operativo, el presidente anunció la reconstrucción de las plazas y calles más importantes del municipio de Ayala, en el marco del centenario luctuoso de Emiliano Zapata Salazar. Desde entonces, los arquitectos adheridos al Colegio de Arquitectos de Morelos A.C. se enfrentaron a la cerradez de la dependencia federal para atender las observaciones de los especialistas locales:

“Logramos participar en la supervisión, casi nos les pegamos para que nos dejaran ver el proyecto, pero nos dimos cuenta que había cosas que ya no se podían corregir. Como los proyectos salen por una obra y volumen determinados, ya no se modifican las cosas. Ya no se pueden hacer cambios”, recuerda Jesús Jiménez Ventura, arquitecto que hoy ocupa el cargo de Director de Servicios Públicos en Cuautla.

En Ayala, la dependencia federal remodeló calles y plazas en Anenecuilco, Ciudad Ayala y Chinameca, rehabilitando el zócalo, el museo Casa Zapata y las calles de Anenecuilco, un total de 15 obras que sumaron un presupuesto de más de 220 millones de pesos, y donde las inconformidades no hicieron falta.

Las reparaciones tempranas del zócalo de Cuautla

Uno de los ejemplos más marcados de los errores que cometió el gobierno federal a la hora de ejecutar sus proyectos ocurrió este año en Cuautla, apenas siete meses después de que la remodelación de la Plaza José María Morelos y Pavón, el zócalo, fuera inaugurada. Tras una de las primeras lluvias torrenciales de la temporada, todos los establecimientos comerciales de la zona sufrieron inundaciones debido a los desniveles elevados, que pronto se convirtieron en tortuosos topes para los locatarios que trasladan sus mercancías en diablitos y triciclos y que, desde el principio, se quejaron por no haber tenido acceso al proyecto ejecutivo.

Las reparaciones fueron asumidas por la Dirección de Servicios Públicos, pero no fueron las únicas. Las autoridades municipales también asumieron otros daños.

“También atendimos las jardineras, se replantaron algunas plantas, pusimos algunos registros de luz que estaban al descubierto, que eran peligrosos para la gente que se sienta en la plaza. Lo más grave eran las rejillas pluviales, que se veían bonitas, pero que no tenían mucha funcionalidad”, agrega Ventura.

La lista va en aumento, porque los adoquines también empiezan a desprenderse. El ayuntamiento ha hecho los reportes correspondientes, pero, ante el reclamo social, es casi seguro que preferirá no esperar demasiado.

Proyectos cerrados

Para la presidenta del Colegio de Arquitectos de Morelos sección Cuautla, Carolina Torres Miranda, los errores que cometió la Sedatu en la plaza José María Morelos y Pavón no son exclusivos de este municipio, sino que es un fenómeno que se da en todos los estados de la República. De acuerdo con la arquitecta, la dependencia federal ejecuta sus obras sin estudios de campo debidamente detallados, sin consultar a la población local y con un casi nulo acceso a los cuerpos colegiados regionales:

“Dondequiera que hacen sus trabajos, tienen sus empresas que los realizan, no son de la región las que los desarrollan, así que no conocen, no hacen estudios de campo. No conocen el horario laboral, los días que hay más concurrencia. Se limitan al terreno que van a trabajar, y eso es a nivel nacional”, explica la especialista.

Durante la rehabilitación del zócalo, los arquitectos locales intentaron acceder al proyecto ejecutivo y vigilar de cerca las obras, encontrándose con limitantes provenientes de la propia institución: “No nos permitieron el acceso tan abiertamente, sólo a algunos se les dejó conocer y nosotros somos respetuosos de las decisiones de las autoridades. La Sedatu hizo el trabajo al cien por ciento”, afirma Torres, quien reconoce en el gobierno federal la intención de mejorar la imagen urbana, pero critica la falta de involucramiento con las comunidades en que las realiza.

Este año, con una inversión de 150 millones de pesos, la Sedatu inició la construcción del mercado municipal de Tepoztlán, un edificio de cuatro plantas que, conforme ha ido tomando forma, los habitantes se han quejado por su aspecto y accesibilidad: a pesar de que se prevé contar con un elevador, los locatarios y la gente del pueblo consideran que supondrá un obstáculo para ofrecer su mercancía a los pobladores de mayor edad.

“Se fueron a cuatro niveles, lo que viola los reglamentos de construcción, pero hay algo importante: las necesidades obligan. Hay una necesidad fuerte del mercado de Tepoztlán”, dice Felipe Gándara, presidente del Comité Ciudadano de Pueblos Mágicos de Morelos, organismo que, junto con el Colegio de Arquitectos de Morelos sección Tepoztlán, ha participado en las revisiones que se han reflejado en adecuaciones sobre la marcha para la construcción.

De acuerdo con Gándara, el proyecto debió haber tomado en cuenta el sismo del 19 de septiembre de 2017, que dañó gravemente el exconvento de Tepoztlán, y diseñar un edificio que resistiera sismos violentos. Esos aspectos, dijo, están considerándose a partir de las observaciones que han realizado los cuerpos colegiados:

“Algo que nos importaba mucho es que la estructura aguante. Ahora somos una zona sísmica violenta desde el 17, todo eso se ha revisado. Se han tenido muchas reuniones con los arquitectos de Morelos, ha habido mucho trabajo para ver cómo va a quedar la obra, que sea usable”, concluyó el promotor turístico.


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