Dicen que la vida es cuestión de ciclos y si eso aplica también para las ciudades, puede que tengamos que aceptar que su apogeo, al menos en términos turísticos, sea un asunto temporal. Cuernavaca y Cuautla, hace tiempo dos de los principales destinos turísticos en el estado, no son hoy lo que era antes: la expansión comercial, las malas decisiones administrativas y el deterioro de su identidad arquitectónica han disminuido sus visitas. En contraparte, otras localidades han sabido aprovechar este escenario y desarrollarse como nuevos destinos.
De acuerdo con Daniel Ballesteros Lúa, vicepresidente del Consejo Intermunicipal ProTurismo de Morelos, la pérdida del turismo en el estado es el resultado de un problema multifactorial que se agravó durante los últimos tres años, a raíz de la pandemia de la Covid-19, pero que ha sido causado por la apatía de las autoridades municipales y estatales.
“Esto va a aunado a una apatía por parte de la autoridad municipal y estatal, sumado al esquema de problemas sociales como es la delincuencia, el sismo del 19S, la pandemia y una parte económica en general. Lo hemos analizado en el corredor turístico: mucha gente ha optado por otros destinos como Hidalgo, que también está cercano a la CDMX y el Estado de México, cuyos habitantes, al final del día, eran nuestros visitantes”.
A nivel gubernamental, Ballesteros considera que los últimos cambios en la titularidad de la Secretaría de Turismo y Cultura (STyC) del gabinete estatal también han influienciado en la efectividad de las acciones para impulsar el desarrollo turístico de los municipios, aunque, de entrada, reconoce que éstos son prácticamente nulos.
“Se ha visto en concreto una SCyT muy aislada, muy alejada de una promoción con certeza, de un desarrollo de productos turísticos, de una definición de trabajo turístico, y que, como lo vemos en los municipios, está centrada en Cuernavaca”.
Escaso apoyo del Gobierno Estatal
A nivel estatal, el Fideicomiso Turismo Morelos (Fitur) es uno de los principales sistemas de apoyo para la promoción turística de la entidad. De acuerdo con el propio órgano, el Fitur se encarga de “impulsar la promoción del estado de Morelos para el fortalecimiento del sector turístico en el mercado estatal, nacional e internacional”, con el diseño y desarrollo de campañas y la participación en ferias y eventos, y líneas de acción que incluyen “diseñar, producir e implementar herramientas y campañas de promoción turística digitales e impresas”.
Aunque el Fitur puede suponer una excelente oportunidad para proyectar los productos turísticos del estado a nivel nacional e internacional, los prestadores de servicios carecen de un verdadero impulso económico que no sean los programas de la Secretaría de Economía a través del Fondo Morelos para las pequeñas y medianas empresas, que desde fuera pueden verse como préstamos: “Son préstamos con tasa de interés y que los requisitos son más amplios, a diferencia de un banco”, explica Ballesteros, quien, más allá de estas oportunidades no puede mencionar otras que representen un apoyo al sector desde el Ejecutivo estatal.
Otros destinos surgen
Mientras que destinos como Cuautla se enfrentan actualmente al resultado de un largo historial de malas decisiones de sus gobiernos (en este caso, el daño a la imagen pública agravado por el comercio informal), municipios como Yecapixtla, Atlatlahucan, Tepoztlán y Tlayacapan han sabido aprovechar la coyuntura para potenciar sus atractivos y perfilarse como los nuevos preferidos de los visitantes. En ello coincide Ballesteros, pero también el historiador Gustavo Garibay López, quien, no obstante, observa el riesgo de que les pase lo mismo.
“Son destinos que ofrecen servicios completamente definidos, de acuerdo con el público consumidor: no todo mundo va a los corredores de Tepoztlán o su zona arqueológica, hay gente que va a consumir alcohol, tomarse fotografías, caminar, pueblear, y eso está bien, pero está equivocado que desde una política de estado no se establezcan parámetros sobre el consumo de alcohol en la vía pública, la conservación de las fachadas. Se privilegia el potencial comercial de un lugar en lugar de cuidar el patrimonio”, explica el historiador.
Para Garibay, la pérdida de identidad arquitectónica ha sido acaso el principal factor por que el turismo deje de mirar hacia Cuernavaca o Cuautla, cuyo desarrollo comercial es notable, pero donde éste no ha sabido emparejarse con la preservación del patrimonio histórico: “Es que las identidades arquitectónicas, reflejo de la devastación del patrimonio, han cambiado y estos cambios han hecho de los contextos urbanos algo más parecido al ambiente citadino. Nos estamos pareciendo cada vez más a colonias de la Ciudad de México que a este aire de identidad campirano que teníamos, y esa es la verdad”.
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