Guadalupe Acevedo es una artesana que ha logrado capturar la esencia de un pueblo en figuras miniaturas que lucen muy bien a la vista: se trata de los Sayoncitos, unas pequeñas piezas hechas con fomi, papel china y bolitas de unicel que retratan a los Sayones de Tetela del Volcán y, desde que vieron la luz, en 2022, se han convertido en un objeto codiciado para los visitantes.
“La idea fue de mi abuelita, que siempre está preguntándome qué voy a hacer de acuerdo con la temporada. Hace dos años, en Semana Santa, se me ocurrió hacer un sayón en miniatura, así que cada vez que me iba a ver me preguntaba si ya estaba listo. Así que al final fue por presión de ella que surgió el sayoncito”, recuerda Lupita, de 46 años.
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Una historia de emprendimiento
Los Sayoncitos no existirían si Guadalupe Acevedo no hubiera perdido su empleo. De oficio enfermera, esta madre de tres hijos fue despedida hace cinco años de los Servicios de Salud sin ser liquidada, lo que la llevó a buscar la forma de seguir generando ingresos para sostener a su familia, integrada por ella y sus tres hijos, uno de ellos con discapacidad intelectual. Apoyada por el gobierno municipal, abrió un local de manualidades en el barrio de San Bartolo. Ahora, “Manualidades Lupita” es un punto de referencia para los turistas.
“A mi hijo le gustan las manualidades, así que me ayuda a hacer los sombreritos. Cuando tenemos más producción, todos nos ponemos a trabajar. Es un proyecto familiar”.
Los Sayoncitos son de un solo tamaño y tienen un costo de 180 pesos. Están a la venta durante todo el año y la próxima Semana Santa Lupita innovará su negocio con un tamaño más chico para adornar bolígrafos.
Pero ¿qué es un Sayón?
El Sayón es el protagonista de la tradición más importante de Tetela del Volcán: una procesión que tiene lugar en Semana Santa, donde los habitantes salen a las calles envueltos en coloridos trajes y portando enormes sombreros de papel de China. Al recorrer las calles, los sayones van blandiendo sus machetes contra el suelo, asemejando a los soldados romanos que custodiaron a Jesús hasta la crucifixión en el Gólgota.
Desde 2018, el Sayón es considerado Patrimonio Cultural Intangible de Morelos, lo que ha permitido realzar la importancia de su preservación. Al replicar el personaje en miniatura, los Sayoncitos no solo se han convertido en un objeto codiciado para los visitantes, sino que el gobierno municipal tiene ahora la costumbre de obsequiar uno a sus invitados de honor, como ocurrió con el gobernador Cuauhtémoc Blanco y Claudia Sheinbaum.
“La gente los busca mucho. Vienen a comprar para mandar a los Estados Unidos o cuando viene algún familiar de fuera, porque es nuestro personaje representativo”, explica Guadalupe.