Resurge Huazulco de los escombros

En Huazulco, Temoac, seis familias lograron recuperar su patrimonio gracias a Unidos por Morelos, Provivah y el Fonden

Susana Paredes

  · martes 17 de julio de 2018

En la comunidad de Huazulco, en Temoac, el fideicomiso Unidos por Morelos, el Fondo Nacional de Desastres (Fonden) y la Fundación Vivienda Fideicomiso Provivah entregaron ayer seis viviendas con un valor de 150 mil pesos, cada una, a igual número de familias que se quedaron sin un techo tras el sismo del 19 de septiembre.

Las casas creadas bajo las nuevas normas de construcción antisísmica cuentan con 48 metros cuadrados de construcción, un baño, dos recámaras y una sala-comedor. Además, los beneficiarios podrán ampliar sus viviendas si así lo desean. Estas acciones forman parte de los trabajos de reconstrucción que el Gobierno del Estado implementó para que las personas cuyas casas que quedaron calificadas como pérdida total puedan recuperar su patrimonio.


Recuperan su patrimonio

Guadalupe Torres García, comerciante de obleas típicas de Huatzulco, vive desde hace 17 años en el barrio de San Ángel, donde se casó y tuvo a sus tres hijas. Para ella su casa no es sólo un inmueble sino que es, además, su pequeña fábrica de esos productos, por lo que cuenta con una máquina para hacer obleas y también fue el lugar que les brinda seguridad y en él guarda cada una de sus experiencias.

Recordó el 19 de septiembre, dicen que vio cómo se movía y se caía un pedazo de su casa mientras ella, su esposo e hija pequeña vivían el momento más estresante y triste, pues tras las afectaciones en la vivienda la familia no contaba con los recursos necesarios para repararla; “la verdad fue un momento muy desesperante, al ver que se cae tu casa y no tener los recursos para arreglar si te sientes triste”.

A pesar de que existía la posibilidad de que pudiera seguirse derrumbando, la familia decidió no abandonar el inmueble pues temían que amantes de lo ajenos entraran a robar; “uno tiene miedo de que lo poco que tienes te lo vayan a robar, pero nos dijeron que teníamos que desalojarla”, por lo que acomodaron un espacio de su pequeña fábrica para vivir. Después de seis meses de visitas, del apoyo del municipio, de las reuniones, de la entrega de documentos y del tiempo espera, esta familia hoy ya cuenta con su vivienda, con la cual se sienten contentos y más seguros.


Toda una vida en Temoac

Doña Herminia Marín Silva, de 86 años, se mudó a los 16 años a lo que era su vivienda, ubicada en Huazulco, Temoac. En ese tiempo era la única casa que estaba construida; ahí nacieron sus hijos, ahí los educó y crió; “cuando yo caí aquí estaba bonita la casa, me gustaba; era la única que era buena porque antes todas eran de cartoncito y ésta era de teja y pared”.

La señora manifestó que tuvo tantas experiencias que no podía escoger una, pero todo cambió el 7 de septiembre del 2017, cuando el sismo de Chiapas azotó su vivienda; su casa resultó gravemente afectada. Con duda y miedo, no tuvo otra opción que salirse. El 19 de septiembre, supo que era evidente que no podría regresar, ya que se había derrumbado el tecorral y aunque la casa no se cayó sí presentaba cuarteaduras; “nunca la he querido dejar, me gustaba mucho y les dije a mis hijas que cuando me muriera me sacaban, pero no se logró mi casita y ni modo”. En ese justo momento no podían pensar en soluciones ante la sorpresa de ver cómo todo los años de historia se podían haber acabado en unos segundos.

Al principio, ella y su hija Estela buscaron el auxilio de sus familiares, pero no tuvieron suerte. Al segundo día, en la Ayudantía Municipal les solicitaron que se presentaran los que habían perdido sus casas. Tras visitar la vivienda y prohibir el acceso, les informaron que era necesario derrumbarla, pero la señora Herminia no estaba segura; “decía: ‘ay mi casita, cuándo voy a hacer otra’. Me dio lástima porque no sabía cuando la iba a recuperar”, compartió.

Después de lograr persuadirla, derrumbaron su casa y se mudó a la casa de su hijo, a un lado de la suya. Tras ocho meses de la entrega de papeleo y de las asambleas celebradas para otorgarles sus tarjetas con recursos para la mano de obra y las construcción de la vivienda, ayer Unidos por Morelos le entregó su casa, un lugar para pasar sus días y crear nuevos recuerdos.

La señora Herminia se mostró contenta y agradecida. Con lágrimas recibió su nueva casa junto con su hija Estela, quien se mudó de Amilcingo para cuidarla y acompañarla; “gracias a Dios ya se recuperó y ya la hicieron. ¡Cuánto se los agradezco!, no tengo con qué agradecer; les doy mil gracias y el de arriba les va a recuperar. No tengo con que pagarles”, mencionó al recibir las llaves de lo que a partir de hoy será su nuevo hogar.

Dan certidumbre a su futuro

Olga Carrillo Vargas, comerciante de dulces típicos, perdió la casa donde formó una familia y la cual ocupaba para elaborar dulces típicos; sin embargo, fue una de las beneficiadas por el programa Unidos por Morelos.

La comerciante perdió a su marido hace dos años, por lo que se convirtió en el pilar de la familia, y el sismo del 19 de septiembre la dejó sin su hogar, el cual pensó que no podría recuperar; Olga relató que no se encontraba en su casa cuando ocurrió el sismo, pero su hijo sí.

Entre el pánico y miedo por no saber si estaba bien su pequeño, recuerda que salió corriendo, pero al percatarse que no le había pasado nada a su pequeño, observó que no fue así para su casa.

La angustia y aflicción de perder su vivienda fue parte de sus días durante cinco meses, hasta que en febrero le confirmaron que entraría al programa Unidos por Morelos para construirle una nueva casa.

En marzo empezaron los trabajos y hoy le fue entregada en presencia de su única hija; “nos vinieron a hablar de la casita por febrero y empezaron como al mes, el 20 de marzo empezaron a trazar todo”, relató.

Con alegría indicó que agradecía que los tomaran en cuenta para por primera vez recibir un apoyo por parte de las autoridades. Ahora seguirá trabajando y dejará atrás la incertidumbre sobre el futuro de ella y su familia, además espera seguir con la construcción y el arreglo de su predio.

Un cambio radical

Ramiro Constantino Barrales Barreto no sólo perdió su casa hecha de adobe, sino la herencia de sus padres, puesto que ellos vivían en ella anteriormente. La casa fue su compañera durante su crecimiento, desarrollo y hasta llegar a ser padre de familia, “me sentía muy a gusto, era el patrimonio. Como nací ahí, yo veía bonita mi casa, pero tuvo que cambiarse radicalmente”, comentó.

Hoy vive con sus dos hijos y su esposa, quienes se encontraban dentro cuando se suscitó el sismo del 19 de septiembre. Lo primero que sintió fue el miedo de que se podría caer encima de su hija, pero no paso a mayores; después, la tristeza, angustia y desesperación al saber que habían perdido gran parte de su causal. Por un momento perdió la esperanza de recuperarla ante el alto costo que significa construir una vivienda nuevamente.

Yo tenía una vivienda muy sencilla y desgraciadamente no soportó el sismo y me sentí un poco decaído por todo, traumado porque cómo le iba a hacer para salir adelante.

Sin embargo, tras tres meses de cumplir con todos los requisitos, censos y visita, comenzaron la construcción de su nueva vivienda, de la cual junto con su esposa tienen grandes planes, como es dejarle a sus hijos un patrimonio estable, así como poder vivir toda su vida en este lugar que es parte de la historia de su familia, “por lo pronto, disfrutarla lo que nos queda”, añadió.

La espera valió la pena

Después de casi cuatro meses de dar varias vueltas, entregar documentos y sacar copias, la señora Ernesta Petra Castillo Aragón y su esposo Gonzalo Borbotillo Ortiz pudieron llegar a su nuevo hogar.

Después del siniestro, Gonzalo y Ernesta veían casi imposible reconstruir su vivienda, pero gracias a su constancia y esperanza fueron escuchados y ahora empezarán a habitarla. Su casa anterior, hecha de adobe, techado de lámina y asbesto, se vio afectada en los muros de las esquinas que se estrellaron.

Aunque no se encontraban dentro de ella, tras revisarla se percataron que no era habitable ni segura para seguir residiendo, por ello, mientras se encontraban en el proceso para obtener el apoyo, vivieron en un cuartito improvisado techado con sólo una lona donde pusieron su cama.

Además de ser el lugar donde vivían, lo utilizaban como bodega para su cultivo; ya que “no teníamos donde vivir y no podíamos meternos. No sabíamos cuándo la podríamos recuperar, no fue hasta que vinieron autoridades del municipio, nos pidieron papeles y al final lo hicieron”, recordó Gonzalo.