Durante la transmisión de la toma de protesta de Andrés Manuel López Obrador como presidente de México y de su primer discurso con la investidura, la Plaza y Fuerte de Galeana (Alameda) de Cuautla ofreció escenas que generalmente sólo ocurren cuando juega la Selección Mexicana de fútbol: personas de pie, mirando hacia los televisores de los bares y restaurantes.
En la mayoría de los casos, se trataba de adultos que habían tenido que salir temprano de su casa y que, una vez iniciada la transmisión en San Lázaro, optaron por quedarse en esta plaza pública para escuchar las palabras del presidente.
Se respira el cambio, que algo nuevo viene, que vamos a mejorar, eso es definitivo. Nunca hubiéramos estado peor de lo que estábamos, así que todo lo que se gane de ahora en adelante es bueno, señaló Miguel García, de 71 años, originario de Yautepec.
La Alameda de Cuautla está bordeada por una franja de establecimientos en los que se vende cerveza, hamburguesas, se sirve café y platillos propios de un restaurante. Durante la mañana, los encargados dejaron sus monitores encendidos con la transmisión previa al discurso, lo que poco a poco fue haciendo que la gente se acercara a escuchar en las bancas de la plaza, independientemente de los clientes que llegaban a consumir:
Yo creo que todos estamos emocionados porque esperamos un cambio, porque el país en el que estamos viviendo es un caos, por los muertos que ha habido, los secuestros... Este mundo ya es muy fatal, refirió Josefina González, una mujer cuautlense de 51 años de edad.
Pero no todo fue alegría
Pero no todo fue alegría en este lugar, uno de los espacios públicos más concurridos del municipio. Sentadas en las sillas de un restaurante, mientras esperaban que el mesero les sirviera su desayuno, dos mujeres reconocieron no haber votado por él y se negaron a opinar sobre lo que esperan de este sexenio.
No podríamos opinar, porque no votamos por él. No entendemos de dónde sacó tanto dinero para su campaña, se excusó una de ellas.
Indiferentes, algunos jóvenes sorbían los primeros tragos de sus cervezas, embaucados en su propia conversación. En otro bar, un hombre optó por sentarse en el suelo, mirando hacia la televisión, escuchando, con ojos brillantes, las propuestas del nuevo presidente de México.