Hay una zona entre Yautepec y Cuautla en la que el sol se cuela entre los campos de pequeños soles anaranjados: el cempasúchil. Morelos no es, ni de cerca, el principal productor de cempasúchil en México, pero es, como prácticamente todo el país, un lugar donde la gente recuerda a sus difuntos y los honra con esta flor que simboliza la vida y la muerte.
Desde hace cuatro años, Mario Antonio Tajonar, de Vivero Tajonar, se dedica a producir cempasúchil en los viveros de la comunidad de Peña Flores, una zona en la que casi todo lo que se siembra crece y lo que se planta florece, por su abundancia de agua.
“Para mí es un orgullo ser productor de cempasúchil. En esta época celebramos nuestras tradiciones como mexicanos y nuestra flor juega un papel importante en estas celebraciones”, dice Tajonar.
Flor de veinte pétalos
El cempasúchil se ha convertido en la forma más representativa del Día de Muertos debido a su conexión con las creencias prehispánicas y su papel en la relación entre la vida y la muerte. Como muchas culturas mesoamericanas, los mexicas asociaban el amarillo y el naranja de la flor con el sol, astro que regía la vida y la muerte.
Según esta tradición, el cempasúchil, cuyo nombre en náhuatl es cempoalxóchitl (“flor de veinte pétalos”), tenía la capacidad de guiar a las almas de los muertos a través de su color y su aroma, lo que ayudaba a los difuntos a encontrar su camino de regreso al mundo de los vivos.
Hay una leyenda prehispánica muy bella: la historia de Xóchitl y Huitzilin, dos amantes que solían llevar flores al dios del sol, Tonatiuh. Tras la muerte en combate de Huitzilin, la joven pidió al dios del sol que la reuniera con su amado. Tonatiuh, entonces, la transformó en la flor de cempasúchil, mientras que Huitzilin fue convertido en un colibrí. Se cree, desde entonces, que mientras haya colibríes en los cultivos de cempasúchil los enamorados permanecerán juntos.
Un cultivo minucioso
Producir la flor no es sencillo, pero la planta es noble y responde bien a los cuidados. De acuerdo con Mario Tajonar, la germinación inicia en julio, mientras que las plantaciones tienen lugar a mediados de agosto. Aunque se trata de una planta que no depende de la lluvia para florecer, sí requiere de riego diario, fertilización constante y atención especializada para prevenir enfermedades.
Una de las principales amenazas para los cultivos de cempasúchil es la “cenicilla”, un hongo que se expande rápidamente y que es capaz de dañar grandes extensiones de plantas en poco tiempo: “Es una enfermedad volátil, así que en un solo día puede contaminar toda tu producción”, dice Mario.
De Cuautla para México
El cempasúchil que se produce en Cuautla no solo se queda en el mercado local. En los últimos años, los productores han logrado establecer vínculos comerciales que les permiten distribuir su flor en distintos estados de la República, desde Oaxaca y Cancún, en el sur, hasta Ensenada, en el norte:
“Mandamos nuestro cempasúchil a diferentes partes de la República. Hemos llegado hasta Ensenada, y hacia el sur”, explica Mario.
A nivel local, la venta de cempasúchil inicia desde los primeros días de octubre, cuando las familias empiezan a adornar sus hogares, oficinas y espacios de trabajo con su color y su aroma.