“La pandemia nos trajo gente que no tiene la cultura de leer”, dice con tristeza María de los Ángeles Fernández, directora de la Facultad de Estudios Superiores de Cuautla (FESC), perteneciente a la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM).
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De acuerdo con la docente, la formación de estudiantes a quienes les tocó recibir clases virtuales durante la pandemia, entre los años 2020 y 2022, ha traído consigo retos que son difíciles de superar.
Con base en el último Módulo sobre Lectura (Molec) del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), que tiene el propósito de generar información estadística sobre el comportamiento lector de la población mexicana mayor de 18 años, actualizado en abril de 2023, la población lectora del país ha disminuido gradualmente desde 2016, con mediciones anuales que no son alentadoras: en los 12 meses antes de la publicación del informe, la población que se asume como lectora de libros, revistas, periódicos, historietas o sitios de internet bajó del 71.8 al 68.5 por ciento, el decremento más pronunciado en los últimos cinco años.
Las clases virtuales dieron malos resultados
Para Jesús Villavicencio Lomelí, jefe del Departamento de Servicios Docentes del turno vespertino del Centro de Bachillerato Tecnológico, industrial y de servicios (CBTis) 76, ubicado en Cuautla, la realidad es evidente: antes de pandemia había alumnos que recurrían a la biblioteca del plantel para pedir libros prestados o hacer lectura en sala. Hoy el edificio está completamente vacío.
“Es tan preocupante el asunto que la biblioteca del plantel está prácticamente vacía en lo referente a préstamo de libros y lectura en sala. No hay gente que quiera leer libros. Todo lo quieren sacar de Google, de sus celulares”, explica el docente.
De 2016 a 2023, el porcentaje de la población lectora en México pasó de 80.6 a 68.5 por ciento. El Inegi explica que la encuesta que arroja estos resultados se aplica a una población alfabeta mayor de 18 años de un universo de dos mil 336 viviendas en 32 áreas del país.
La perspectiva de Villavicencio, sobre el papel que dejaron de tener los libros físicos frente a las páginas de internet, se evidenció en el apartado que mostró que, para las personas de 18 a 24 años, la lectura de páginas de internet, foros o blogs alcanzó el 63.0 por ciento, mientras que la lectura de libros fue menor, con 54.2 por ciento.
“Durante la pandemia, nuestros trabajos quedaron limitados a conocimientos básicos y esenciales. Se veía lo más elemental y al joven se le daba el material muy sintetizado, concreto, así que ellos se quedaron con esa costumbre… Hoy hay jóvenes que tienen calificaciones muy bajas y cada vez son menos los alumnos de excelencia. Son más conformistas”.
Jóvenes ya no leen: ¿Cómo solucionarlo?
La tarea de lograr que los jóvenes vuelvan a los libros y los artículos de investigación como herramienta de aprendizaje es compleja, pero no imposible. En la FESC, los maestros buscan incentivar este antiguo hábito estudiantil a través de conferencias y actividades que motiven a los alumnos a aprender más sobre los temas que más les entusiasmen. De hecho, buscan conseguirlo no solo con los estudiantes matriculados en la institución, sino también con los de otras escuelas e, incluso, de otros niveles educativos:
“Hacemos pláticas de sociología, de seguridad ciudadana, eventos que son para nuestros alumnos, pero los abrimos al público. Los enviamos a distintos trabajadores sociales, orientadores y también a personas que tenemos de conexión con otros niveles educativos”, dice la directora.
En el CBTis 76, los maestros planean probar mecanismos que reten a los alumnos a comprobar que sus conocimientos fueron adquiridos a través de la investigación, lo que también está relacionado con el uso de inteligencia artificial para cumplir con sus tareas.
