Tiene 65 años de edad y, siendo adulto mayor, forma parte de la población de riesgo. Enrique quisiera quedarse en casa y cuidar de su familia, pero no puede: es rutero en Ayala, trabaja una combi de la ruta 19 y, aunque cada vez menos gente sale de casa y hoy gana menos que antes, Enrique no tiene otra forma de llevar dinero a su familia. Usa cubrebocas, lentes y guantes, y aunque él quisiera que toda la gente se cuidara de la misma forma, lo cierto es que se ha encontrado con quienes se molestan cuando les pide que se protejan.
"Algunos se molestan, hasta vociferan sandeces sandeces, pero es por su bien", relata.
Ningún esfuerzo es en vano, o al menos eso intenta creer: buscando que la gente adopte las medidas recomendadas por las autoridades, Enrique Mozo ha equipado su combi con gel antibacterial a disposición de los pasajeros. No sólo lo ha hecho él: otros compañeros suyos han hecho lo mismo para preservar la higiene en su lugar de trabajo y, con ello, proteger a sus familias.
"También es por nuestra propia salud y por no llevar una enfermedad a nuestra casa, a nuestra familia", dice.
En la región Oriente del estado, los ruteros de Ayala estaban acostumbrados terminar la jornada con hasta 250 pesos de ganancia al día. Hoy, si bien les va, ganan 150 pesos al día.
"La gente ya no sale, se queda en casa", dice, triste.
Una vez que la Covid-19 llegó al municipio, los trabajadores han reducido sus jornadas de trabajo por instrucción de sus líderes: hoy, en lugar de trabajar los siete días de la semana, trabajan tres.
A Enrique le gustaría que la gente se tomara en serio la contingencia y adoptara las medidas de protección al mínimo, ya no con el uso cubrebocas, como se ha recomendado, sino al menos amarrándose un paliacate:
"Por lo menos un pañuelito, un paliacate", dice, y, al lado, sus compañeros dicen, entre la broma y la insistencia, que tan siquiera una pantaleta.