El lugar de trabajo de Abraham se encuentra en la cima de una montaña de basura. Cada mañana, Abraham Salazar escala hasta este sitio a las siete y media y empieza a moverse: va buscando entre los desechos lo que asome de cartón, de plástico y de vidrio, y lo va juntando por montones hasta que, una vez acumulado lo suficiente, los montones se convierten en pacas.
En el relleno sanitario “La Perseverancia”, donde cada día se reciben al menos 950 toneladas de basura, el trabajo de Abraham resulta indispensable a la hora de separar los desechos que producen las familias de 15 municipios de Morelos.
En este lugar, ubicado en el municipio de Cuautla, trabajan cerca de 50 pepenadores para quienes la contingencia sanitaria del Covid-19 podría no causar ninguna diferencia, excepto por la capacitación que han recibido acerca del manejo de desechos sobre el manejo de residuos que podrían significar un nuevo riesgo para la salud, como los cubrebocas usados.
Estamos capacitando a pepenadores, que son quienes tienen contacto con residuos, para que sepan identificarlos; que vengan con algún cubrebocas o algo que pudiera llegar infectado, explica Crisóforo Arroyo, gerente del relleno sanitario.
En la cima de la montaña, el aire que se respira tiene un olor distinto que no podría identificarse con uno porque es una mezcla de todos. Para los pepenadores, es el aroma de un trabajo que les permite ganar hasta tres mil pesos a la semana, sin presiones ni obligaciones porque, al final del día, cada quién termina vendiendo lo poco o mucho que pudo recolectar. Abraham, de 67 de edad, suele ganar mil pesos semanales siguiendo su propio ritmo.