El olor y el sabor de una tradición llegó a las calles de varios puntos del estado, donde cada año panaderos se preparan para realizar la pieza representativa de esta época: el pan de muerto.
Este exquisita y única pieza se remonta a la época prehispánica, donde se realizaban sacrificios para agradar y alabar a los dioses; el ritual fue plasmado en una pieza de pan que, año con año, se hace presente durante los meses de octubre y noviembre, fecha en que se venera a los fieles difuntos, según señala Trinidad, panadera de profesión.
Indica que la masa para preparar tan deliciosa pieza se fermenta durante 24 horas, lo que permite que ésta adopte mucho mejor el sabor de mantequilla, canela y azúcar, posteriormente se da forma a lo que será nuestro lugar de sacrificio, elaborando una gran bola de masa para el centro; con delicadeza extrema se forman lo que serán los huesos que se colocarán arriba de la bola de masa para terminar con una pequeña y circular forma que emulará a la cabeza. Finalmente, el pan se baña con huevo y naranja, además, se le coloca azúcar rosa, que representa la sangre derramada.