Aunque la convocatoria de las autoridades de salud establecía que para que los adolescentes de 12 a 17 años recibieran la vacuna contra la covid-19, sus padres debían presentar la hoja de registro y un certificado o constancia médica, para algunos no fue tan sencillo acreditar las enfermedades de sus hijos, especialmente para aquellos que son tratados por médicos particulares.
Sandra, por ejemplo, una madre de 32 años de edad, tuvo que acudir dos veces al módulo instalado en la Unidad de Medicina Familiar 07 del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), la primera de ellas con el certificado médico, pero sin recetas.
“Tuve que regresar a casa por las recetas, pero sí lo vacunaron”, contó la madre, cuyo hijo padece asma grave.
La jornada de vacunación para jóvenes de 12 a 17 años en el municipio de Cuautla concluyó este martes en los módulos que fueron instalados en el municipio, uno en el Hospital General “Mauro Belaunzarán Tapia”, y el segundo en la clínica del IMSS. En ellos, el personal médico dio atención a adolescentes con enfermedades como asma grave, parálisis cerebral, epilepsia, esclerosis múltiple, diabetes mellitus, obesidad grabe, VIH/SIDA e hipertensión en tratamiento farmacológico.
Con todo, hubo madres que se retiraron sin que sus hijos recibieran la vacuna.
“Mi hija tiene diabetes mellitus, pero ahorita está nada más con una dieta blanda. No es grave. Pensé que la iban a vacunar, pero me dijeron que no, que espere cuando lleguen las vacunas para todos los niños”, dijo Isabel Jiménez, acompañada de su hija de 13 años. Una vez calificados como aptos para recibir la primera dosis del esquema de Pfizer-BioNTech, los adolescentes pasaban a la clínica acompañados sólo de un adulto. Tras recibir la vacuna, fueron canalizados al área de revisión, donde tuvieron que esperar solos hasta que las enfermeras les indicaran que podían retirarse. Algunos se entretuvieron jugando con sus celulares.