Las tradiciones del poblado de Ocotepec siguen intactas, el mes de noviembre es el más colorido y aromático del año ya que el primero de noviembre regresan a sus casas las almas de las personas que fallecieron en el último año entre música, comida y recuerdos.
La fecha es tan especial para sus familiares que les toma meses planear el altar y adornos que tendrán ese día, no puede faltar ningún elemento y mucho menos la música y los recuerdos.
El Día de los Fieles Difuntos es esperado por todos, no solo por los habitantes de este poblado de Cuernavaca, ya que las familias preparan en sus casas los altares para que las personas los acompañen y dejen junto a su ofrenda una cera (velas), y en agradecimiento les ofrecen algo de comer y beber. Es por esto que durante este día hay largas filas en las casas más coloridas.
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Es el papel picado, el olor y color de las flores de cempasúchil lo que indica que en ese domicilio hay una ofrenda nueva. Se acostumbra que de fondo se escuche música que le gustaba al difunto.
Por ejemplo, durante el 2023 la familia Romero perdió a su tía, la señora Adela Romeo, una mujer muy querida por sus familiares y amigos, pero también por la población, ya que en vida fue una distinguida doctora en el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE) en el municipio de Emiliano Zapata.
Primavera Romero, sobrina de la doctora, cuenta que su familia es muy numerosa, y una vez que pasó un poco el duelo de la pérdida, se pusieron de acuerdo para comenzar con los preparativos de su ofrenda, porque era su oportunidad de demostrarle una vez más lo mucho que se le quiere y extraña.
Es una familia muy creativa, toda la decoración la hicieron ellos mismos, al igual que los guisados que tanto degustó en vida la señora Adela. Tan solo el arco de flores de papel que tiene tres metros de ancho y dos de largo, les tomó cerca de tres meses armarlo. Un primo elaboró varios alebrijes de cartón para este día, ya que a ella le gustaba mucho la mitología mexicana de estos seres.
“Todo se hizo con mucho amor, con esto la recordamos y le regresamos solo un poco de lo que en vida hizo por la familia”, agregó.
En todo el domicilio ubicado en la calle Zaragoza hay flores de cempasúchil y veladoras para que la tía Adela llegue sin complicaciones, una vez más, a su casa. Como lo marca la tradición a cambio de una cera (vela) en casa de la doctora Romero, a cada visitante le dan un plato de arroz con mole hecho en casa y con mucho amor.
Unas cuadras más adelante, en la calle General Emiliano Zapata Salazar el color llama a los habitantes del pueblo y visitantes para que pasen a visitar a doña Victoria Medina, madre de familia que partió de este mundo en este año. Su hija Karina Ramírez y el resto de sus hermanos se prepararon meses atrás para tener todo listo y a tiempo.
“La cerveza no podía faltar, le gustaba mucho, tampoco el arroz recién hecho, obviamente el pan y el dulce de calabaza que tanto le gustaba comer”, contó Karina.
En la entrada de su domicilio colocaron un letrero que decía “bienvenida”, seguido de un camino de flores de cempasúchil al centro y veladoras; hasta el fondo se encontraba un cuarto con la ofrenda de doña Victoria, en el piso estaban sus guisos favoritos y varias cerveceras e incluso una botella de tequila. También una fotografía en la que se le veía muy sonriente.
La familia Medina explicó que desde la madrugada del primero de noviembre se levantaron para prender la leña y comenzar a guisar el pozole y freír tacos dorados.
Todo lo que se montó en los altares se llevará a la tumba de su fiel difunto el dos de noviembre, a partir de las 12 del mediodía.
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