Nacido el 8 de abril de 1951, a Joan Sebastian el suelo morelense nunca le pareció ajeno. Después de todo, fue en Morelos donde exploró y luego abandonó su vocación como sacerdote en el seminario de San José; donde construyó uno de sus ranchos más queridos, en Cuernavaca; y al principio de su carrera, donde ofreció sus primeras presentaciones en público.
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Sin embargo, existió un lugar al que casi no quiso volver: Oaxtepec. Tal vez nadie sepa por qué, pero de lo que no puede caber duda es que sus huellas quedaron grabadas para siempre en este lugar.
Basta con entrar al restaurante “La Güera Emilia”, ubicado en el corazón de este destino turístico, donde, entre las decenas de fotografías que cuelgan de las paredes, hay una en la que el cantante aparece junto a la actriz Maribel Guardia, su esposa en aquella época, y la fundadora del establecimiento. Debe ser un recuerdo preciado para este lugar.
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“Nunca vino a cantar ni a Oaxtepec ni a Cocoyoc, ¿Por qué? No lo sé. Había por ahí un resentimiento, desconozco cuál”, relata José Luis Aispuro, hijo de Raúl Aispuro Rivas, exadministrador del Centro Vacacional Oaxtepec, en una de las mesas del restaurante.
José Luis conserva otra fotografía valiosa en la que él aparece al lado izquierdo del cantante, mientras que su hermano Raúl está al lado derecho. Era 1985 y ambos eran niños en aquel entonces. Su padre había invitado al artista a cantar en la celebración del 20 aniversario del complejo turístico. Nadie esperaba que Joan Sebastian, que por aquella época cosechaba el éxito de sus primeros temas, aceptara la invitación, ya que sólo unos años atrás, había sido despedido de ahí.
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De auxiliar de hospedaje a cantante
Era la época de oro del Centro Vacacional Oaxtepec, cuando artistas de la talla de María Félix elegían este espacio para pasar sus vacaciones. Joan Sebastián se llamaba entonces José Manuel Figueroa (tal era su nombre real) y había llegado al lugar después de abandonar la vocación de seminarista. Trabajaba como auxiliar de hospedaje, aunque su sueño era otro. No en balde, en una ocasión, se atrevió a presentarle sus canciones a Angélica María en una de sus visitas. Y decidido a todo, arriesgó su trabajo con tal de hacer escuchar su voz.
“Manuel agarró su guitarra y tomó el sonido interno de Oaxtepec; se puso a cantar, él estaba como auxiliar de hospedaje, pero ese día agarró la puntada y se puso a tocar la guitarra”, narra José Luis, que conserva aquel episodio en la memoria tal como se lo contaba su padre.
“Al día siguiente mi papá lo mandó llamar, y le dijo ‘Manuel, ahora sí tengo que castigarte, te vas a tener que ir unos días castigado a tu casa”, continúa.
Pero José Manuel Figueroa no aceptó el castigo. En cambio, pidió ser despedido siempre que se le compensara con una liquidación: ocuparía el dinero para viajar a Estados Unidos y probar suerte como cantante.
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A fuerza de meditarlo, Raúl Aispuro aceptó el planteamiento y lo envió a la oficina de recursos humanos. Aquel fue el inicio de una carrera en la música popular que, de ahí en más, sólo conoció el ascenso. Años después, en el mencionado 20 aniversario, Joan Sebastian agradecería a su expatrón por haberlo despedido.
“En el micrófono agarró y dijo ‘quiero agradecerle al señor Aispuro por haberme corrido de aquí, de Oaxtepec, porque si no me hubiera corrido no estaría cantando aquí”, habría sido su mensaje.
Reynol Muñoz, un hombre mayor que en aquella época era secretario del centro vacacional, al otro lado de la mesa, da fe ese momento. “Yo estuve ahí, y así fue como lo dijo”, afirma.