[Nosotras] Lenguaje: ¿ventana a la inclusión?

El cambio de ciertas formas de escritura para generar igualdad es pausado y causa opiniones divididas

María Fernanda Ocelotl | El Sol de Cuernavaca

  · jueves 12 de noviembre de 2020

El lenguaje inclusivo o no sexista propone alternativas a la masculinización del lenguaje, es decir, uno que no excluye ni oprime a ningún grupo de la sociedad. La regla gramatical conocida como masculino neutral, usa palabras para englobar sujetos femeninos y masculinos, por lo que ha surgido el debate principalmente en las redes sociales, sobre cómo éste legitimiza la posición de poder del varón sobre la mujer y la inequidad histórica entre hombres y mujeres.

Las primeras propuestas a este cambio, sugerían sustituir la “o” y la “a” por un “@” o una “x”, por ejemplo; ”tod@s” o “todxs”. Sin embargo, el principal problema está en que sólo sirve para ser escrito ya que no es funcional en la oralidad, de ahí que se propuso el uso de la “e” para reemplazar a la letra que le da el género a las palabras, es decir, la “a” y la “o”, en vez de “todos” y “todas”, se dice “todes”; de igual forma, se propone el cambio en los pronombres como “ellos” por “elles” o “tuyos” por “tuyes”. Este tercer género se utiliza para designar a individuos o grupos, en donde el género no es relevante, y cuyo uso es exclusivo para nombrar a los seres humanos.

Este fenómeno global también sugiere que desdoblemos el lenguaje, decir “todos y todas” y “mexicanos y mexicanas”, por ejemplo.

Su uso como arma política

Por otro lado, si bien la desigualdad, la falta de oportunidades, la inequidad, y la violencia de género son problemas que siguen vigentes y arraigados a nuestra idiosincrasia, el lenguaje inclusivo refleja los cambios sociales que se viven hoy en día respecto al papel de la mujer, las minorías sexuales y no binarias en la esfera pública, dado que a través del lenguaje se establece relación directa con el pensamiento, mismo que refleja la realidad en la que vivimos.

De tal forma que el lenguaje es un ente vivo que se transforma a medida que sus hablantes y la cultura cambian, en esta necesidad legítima de que haya una transformación en nuestra sociedad, al tiempo que surgen estas nuevas formas de expresión, ya que puede ser utilizado como un arma política para los grupos desfavorecidos y que no son visibilizados.

La resistencia al cambio

Aunque pareciera que este uso del lenguaje está teniendo aceptación, las opiniones aún se encuentran polarizadas, principalmente entre las instituciones de la lengua, quienes se mantienen reacias al cambio, como La Real Academia Española y la Academia Mexicana de la Lengua.

En 2019 durante un foro en la Feria Internacional del Libro, Concepción Company, investigadora de la Academia Mexicana de la Lengua, señalaba que el lenguaje inclusivo no es sólo artificial, sino peligroso; “si fuera un movimiento real se produciría en todas las etapas de la vida, y de la vida cotidiana. El lenguaje incluyente debería salir de la agenda feminista porque el feminismo tiene cosas mucho más importantes que discutir”. Para la investigadora, esto genera una suposición errónea en cuanto a que género y sexo están asociados en la gramática de una lengua. De igual forma, la misma institución señala en su portal web que “es inadmisible el empleo de la voz género como sinónimo de sexo fuera del ámbito de los estudios sociales en los que, como tecnicismos, ambas voces adquieren ciertos significados específicos, que no corresponden al uso general de la lengua”. Por lo que no debe verse intención discriminatoria alguna, sino la aplicación de la norma lingüística de la economía expresiva.

Anteriormente, La Real Academia Española señalaba que “el uso de la letra “e” como supuesta marca de género es ajeno al sistema morfológico del español, además de ser innecesario, pues el masculino gramatical funciona como término inclusivo en referencia a colectivos mixtos o contextos genéricos o inespecíficos”. Sin embargo, hace una semana añadió a su Observatorio de palabras el pronombre “elle”. De acuerdo con la RAE, esta palabra “es un recurso creado para quienes no puedan sentirse identificados con ninguno de los dos géneros tradicionalmente existentes”. No obstante, aclara que su uso no está generalizado ni asentado, es decir, que no forma parte del Diccionario de La Real Academia Española.

Esta decisión causó críticas y opiniones divididas, por lo que el 2 de noviembre, la RAE tomó la determinación de eliminar el pronombre de su Observatorio, a pocos días de haberlo incluido. La eliminación fue confirmada por la institución a través de sus redes sociales.

Si bien la institucionalización de esta forma de expresión está lejos de suceder, cada vez se puede observar más su uso políticamente correcto. Y aunque es claro que el lenguaje inclusivo por sí solo no cambiará la realidad de desigualdad en la que nos encontramos como país, lo cierto es que incomoda y lanza un mensaje claro sobre la inequidad histórica que la mujer ha padecido desde el principio de los tiempos.