La Iglesia de Cuernavaca llamó a sociedad y a gobierno a reforzar el trabajo en la construcción de la paz. Al tiempo de reprochar lo ocurrido el lunes en la terminal Estrella de Oro, reprochó que como sociedad nos hayamos acostumbrado a vivir entre la violencia y "el pecado".
No obstante, más allá del porqué del ataque, hemos iniciado el mes de septiembre, llamado mes de la patria con sangre, pero no con la sangre de los héroes que buscaron nuestra independencia, sino con la sangre que nos hace dependientes a ver con tanta normalidad sucesos como los ocurridos esta mañana, donde también perdió la vida un menor de edad.
Vivimos sumergidos en la normalidad de escuchar o ver actos violentos que ya no nos impactan, que ya no nos dicen nada. La violencia se ha convertido en una cultura que se promueve en todos lados. Se ha convertido en un problema en donde no solo tiene que ver la autoridad y un plan de gobierno que dé respuesta eficaz a dicha problemática, también el problema se encuentra en una sociedad que se ha acostumbrado al crimen, que reclama los delitos, pero recurrentemente evade la ley o normaliza lo irregular. Una sociedad que se ha acostumbrado al pecado.
Agregó que es verdad que estamos viviendo momentos complicados como sociedad, pero, dijo, no podemos convertir lo anormal en normal, "no podemos cerrar los ojos, o peor aún, permanecer en la indiferencia y apatía, esperando actuar solamente cuando nos suceda a nosotros".
Como Iglesia de Cuernavaca, alzamos nuestra voz en solidaridad con las víctimas de los hechos de esta mañana, con sus familiares y amigos; pero también con aquellas que han perdido la vida por hechos semejantes en estos últimos meses tan violentos. Alzamos la voz no solo para pedir justicia, sino también para pedir paz. Una paz que se tiene que construir en corresponsabilidad: gobierno (en sus tres poderes) y sociedad. Nuestras familias necesitan recuperar la confianza. Necesitamos consolidar nuevamente los vínculos de confianza, reconstruir el tejido social y recrear la paz recuperando el espacio público.
En boletín de prensa advirtió que Jesús nos ha dicho «la paz les dejo mis paz les doy» (Jn 14,27). La vida nueva traída por Jesús resucitado es hacer el espacio, el ambiente, la realidad del Reino, que día tras día se construye el orden querido por Dios.
Por eso, exhortamos como Iglesia de Cuernavaca a trabajar juntos por la paz, a que cada uno, gobierno y sociedad asuma sus responsabilidades en la construcción de paz, y que de la mano vayamos sumando esfuerzos para erradicar este mal de nuestra vida diaria. En el marco de los festejos por los 300 años de la aparición de la imagen de Nuestra Señora de los Milagros, patrona de nuestra diócesis. Hagamos que nuestra realidad cambie en gozo, que nuestra gente vuelva a disfrutar de esa paz que tanto anhelamos, de esa paz que solo Dios nos puede dar. Que María, en la advocación de Nuestra Señora de los Milagros, interceda por este Estado de Morelos y que su alegría y gozo nos haga hombres y mujeres de paz.