Con una historia que se remonta hasta inicios del siglo XX, nueve décadas parecerían suficientes para que la animación japonesa llegara a ocupar un espacio importante en la entrega de los Premios Óscar, cuya ceremonia se realiza desde el año 1929. Sin embargo, a la hora de regresar a casa con una estatuilla en la mano, parece que los favoritos de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de los Estados Unidos son los estudios Disney.
Desde que la Academia incluyera una categoría especial para premiar las mejores producciones animadas en el año 2001, “Walt Disney Pictures” y “Pixar” se han alzado con la estatuilla en 13 ocasiones, una racha que sólo de vez en cuando se ha roto con el triunfo de otras producciones estadounidenses, y sólo en una ocasión de una película animada japonesa, hecho que ocurrió en 2002, cuando “El viaje de Chihiro”, de los estudios Ghibli, resultó ganadora.
La historia del anime
La historia de la animación japonesa se remonta a alrededor del año 1900. En sus inicios, estos trabajos recibían el nombre de senga eiga, es decir, “películas de líneas dibujadas”. Posteriormente, las animaciones niponas se conocerían como “Doga”, que significa “imágenes en movimiento”, y no sería hasta el año 1960 cuando comenzarían a llamarse “animeeshon”, término que se abreviaría a anime.
En 1917, una serie de cortometrajes japoneses similares a las producciones estadounidenses de la época supuso el inicio del anime comercial. Desde entonces, la producción de obras de animación ha crecido de forma constante en aquel país, con un estilo propio que fue influenciado con las obras de Osamu Tezuka, el creador de “Astroboy”, con personajes de ojos grandes y ovalados, que terminó por extenderse a nivel internacional a fines del siglo pasado, a la par de una creciente audiencia que atravesó las fronteras de Japón y creció en todo el mundo.
La animación en los Óscar
Antes de que la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Estados Unidos creara una categoría especial para premiar a la mejor película animada del año, los famosos estudios Ghibli ya habían intentado que sus producciones fueran reconocidas con el galardón en la categoría de Mejor película de habla no inglesa, con sus producciones “Pompoko” (1994) y “La princesa Mononoke” (1997). No obstante, sus esfuerzos no rindieron frutos en aquel momento.
Lo harían unos años después, en 2002, cuando “El viaje de Chihiro”, también de los estudios Ghibli, se alzó con el premio a la Mejor película animada, venciendo a “La era de hielo”, “Lilo y Stitch”, “Spirit: el corcel indomable” y “El planeta del tesoro”.
Aquel premio marcó el inicio de una presencia cada vez mayor de animes japoneses en las entregas anuales del Óscar, aunque hasta ahora ninguna de estas producciones ha repetido la hazaña de la obra maestra de Hayao Miyazaki, cuya productora, por cierto, ha logrado posicionar otras películas entre la lista de nominadas, como “El castillo ambulante” (2005), “Se levanta el viento” (2013), “El cuento de la princesa Kaguya” (2014), “El recuerdo de Marnie” (2015) y “La tortuga roja” (2016), que produjo con Francia y Bélgica.
En 2018, la lista de nominadas incluiría por primera vez una película de anime no relacionada con los estudios Ghibli, con la nominación de “Mirai, mi pequeña hermana”.