Cientos de personas participaron este domingo 10 de abril en la ceremonia católica del Domingo de Ramos en Cuautla.
Luego de dos años del inicio de la pandemia de Covid-19, los feligreses regresaron a los templos para dejar en claro que la fe no ha muerto dentro de sus familias.
Desde las 06:00 horas, los comerciantes de palma, desmañanados y con hambre, llegaron hasta el zócalo de Cuautla para buscar el lugar donde estarían trabajando por más de 12 horas.
Todos buscaban aquel sitio cerca de la entrada principal de la iglesia de Santiago Apóstol, a fin de que fuera por donde más personas pasaran.
Las misas comenzaron en sus horarios habituales, y en todas ellas la presencia de creyentes fue notoria, motivados por el fervor y la tradición de bendecir sus palmas.
“Me da mucho gusto que la gente siga viniendo a participar en el domingo de ramos pero pienso que debemos de seguir teniendo cuidado con el tema la pandemia, no confiarnos ni bajar la guardia aunque vengamos a la iglesia”, expresó Bernardina Rubio, una de las asistentes.
En el interior del templo y en el atrio, niños, jóvenes, adultos y personas de la tercera edad se congregaron para participar de la fiesta que enmarca el inicio de la Semana Santa y que, de acuerdo con la tradición católica representa el ingreso de Jesús a Jerusalén.
Con cubrebocas, y usando gel antibacterial, pero olvidando la sana distancia, la gente se abarrotó en el templo.
Entre el murmullo de la gente, se escuchaba a algunas personas pedir por la salud, trabajo, el fin de la guerra, para que la inseguridad acabe, entre otras peticiones; toda con la misma fe, devoción y respeto.
“Sentí mucho gusto de participar en este caminar de fe sobre todo durante esta pandemia, es una alegría poder volver a vivir nuestras fiestas cuaresmales tanto como catequistas y sacerdotes, es una motivación para todos y somos bendecidas por decir que Dios está con nosotros, y que nos cuida, todo lo hacemos con fe y con amor”, consideró la catequista Concepción Sánchez.
Palmas, más que una tradición es un arte
Evaristo es originario de San Juan Calmeca, una comunidad del estado de Puebla. Cada año él con su familia viaja al centro del municipio de Cuautla para elaborar y vender las tradicionales palmas.
Narra que desde los ocho años de edad elabora palmas, y aunque es albañil cada domingo de ramos se organiza para acudir a la iglesia a vender sus artesanías, acción que repite desde hace 45 años.
Evaristo cuenta que dedica todo un día a cortar la palma, y así se la trae hasta Cuautla, donde afuera de la iglesia se instala para iniciar a tejerlas. Cada trabajo le demora hasta cuatro minutos, pero esto se debe a que ya tiene mucha práctica.
Las palmas las vende entre 10 y 15 pesos, dependiendo el tamaño, sin embargo, dijo que en esta ocasión la venta estuvo floja comparada con los años antes de la pandemia.
Con información de Rosaura Hernández
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