Al día, la doctora Marisol Hernández López, médico internista del Hospital General “Dr. José G. Parres” de Cuernavaca, llegó a atender hasta 36 pacientes de Covid-19 durante los puntos más críticos de la pandemia.
Le tocó ver a muchos morir, pero también salir vivos del nosocomio; el jueves próximo será condecorada con el Premio al Mérito Médico que otorga cada año el Congreso del Estado de Morelos.
Al platicar con El Sol de Cuernavaca, la doctora reconoce que se siente “abrumada” pero también consiente de que son más de dos décadas de dedicarse a una labor que deja muchas satisfacciones.
“Me siento abrumada un poco por la sorpresa. No pensaba en la posibilidad de (recibir el premio), pero lo cierto es que es la suma de muchas cosas, no sólo de este año y medio como personal Covid, sino una carrera de casi dos décadas de dedicarme a hacer lo que me gusta”.
Es un reconocimiento que comparte con su familia, de quien recibe el respaldo cada día y la comprensión de a veces no compartir el mismo techo con tal de protegerlos: “Mi hija tuvo que irse a otra casa a vivir”, pero también con quienes llama sus “camaradas”, sus compañeros de trabajo a los cuales ha visto reír e incluso llorar de impotencia.
Las pesadas jornadas que requirió la pandemia le han dejado un aprendizaje que nunca imaginó cuando decidió asumir la carrera de médico cirujano, y luego Medicina Interna, especialistas encargados de entubar a los pacientes que no podían respirar.
“Recuerdo a un paciente con el que le echamos muchas ganas, era un joven que tenía otra enfermedad muy avanzada y finalmente falleció, nos dolió a todos; y tenemos la otra parte de un paciente que nunca se quiso entubar y ya estaba muy grave, pero muy animoso, estuvo más de dos meses con nosotros y salió adelante y lo logramos dar de alta a su casa”.
“Duele mucho” ver a los pacientes morir, pero es la “fortaleza” la que le permite seguir y no dudar a la hora de intervenir a quien así lo requiere para salvar una vida.