Mayo de 1959. En La Habana, Cuba, se inauguraría la Plaza de la Revolución, donde Fidel Castro realizaría conferencias ante centenares de miles de cubanos. Meses atrás, a principios de año, la Unión Soviética había lanzado la sonda Luna 1, el primer aparato enviado a la Luna. En Francia, Luis Buñuel se alzaría con el premio internacional del Festival Internacional de Cine de Cannes, uno de los logros más codiciados por los realizadores de todo el mundo, gracias a su película “Nazarín”.
Más de seis décadas después, la película “Nazarín” tiene un significado muy especial para los habitantes de la región oriente de Morelos, en particular de Alan Ulises Herrera, habitante de la comunidad vecina de Amayuca, un joven realizador que, tras cosechar sus primeros éxitos en proyectos fílmicos colectivos (como el primer lugar de Smart Films México en 2018), aspira a llevar a cabo proyectos de mayor envergadura en tierras morelenses.
“La película es de la historia de la cinematografía mundial y creo que los ayuntamientos deberían implementar un programa que realce este tipo de lugares, por lo menos una señalización y colocar fotografías de cómo lucía el lugar en la película”, afirma Alan.
Fuera de Morelos, la aparición de Jonacatepec en la película basada en la novela homónima de Benito Pérez Galdós no es menor para otras personas involucradas en el cine. En 2015, el director español Javier Espada, también director del “Centro Buñuel de Calanda”, llevó a cabo el documental “Tras Nazarín: El eco de una tierra en otra tierra”, donde compara las escenas del filme con la apariencia actual de los sitios retratados, adentrándose en el trabajo de Buñuel.
Recuerdos perdidos
Hasta antes del sismo del 19 de septiembre de 2017, el municipio contaba con un museo dedicado a aquel episodio de la historia local, exhibiendo los recuerdos de cuando Buñuel giraba sus instrucciones de director para contar la historia del padre Nazario, un cura humilde que entra en conflicto con la ley y con su iglesia, interpretado por el actor español Francisco Rabal. A más de tres años del terremoto, que causó daños graves en la estructura del museo, éste no sólo no pudo ser reabierto, sino que fue convertido en un banco.
“Lamentablemente se perdió ese patrimonio por el sismo”, dice Alan.
Días después de aquel acontecimiento, Herrera Aragón, entonces estudiante de cine en la Ciudad de México, acompañó al actor mexicano Raúl Adalid Sainz a brindar ayuda a las familias damnificadas de Amayuca. Más tarde, ambos harían un pequeño recorrido en Jonacatepec, donde el actor se enfrentó a los resultados de la destrucción:
“La tristeza fue ver a Jonacatepec en daño cruento por el temblor. El museo estaba cerrado. En daño severo”, escribiría más tarde para su libro “Historia de actores”, editado por el Gobierno de Coahuila. De no ser por los trabajos realizados por Adalid o por Espada, aquellos recuerdos de Buñuel en Jonacatepec se irían extinguiendo más y más.
Top 10 de Buñuel
Un perro andaluz (1929). El filme se convirtió en el icono de la vanguardia conocida como surrealismo mezclando una serie de sueños pesadillescos del cineasta y del pintor Salvador Dalí.
Las Hurdes, tierra sin pan (1933). Buñuel hizo su película más española retratando con bella crudeza y desolación el drama de los habitantes de las Hurdes, la región más desfavorecida de España.
Los olvidados (1950). Es un compendio de todo lo admirable de la filmografía de Buñuel, su emoción distanciada, su humor, su retrato social, su sensualidad, su crítica social, su provocación moral, su magia.
Él (1953). Es el choque entre sexo y deseo enfrentados a la tradición y las costumbres religiosas la principal fuente de la infelicidad y patetismo de los hombres
Nazarín (1959). Interroga sobre la verdadera fe y lo mucho o nada, según se piense, que tiene que ver esta con la solidaridad y bondad humana.
Viridiana (1961). La única española ganadora de la Palma de Oro y, para la gran mayoría, la mejor cinta nacional de todos los tiempos.
El ángel exterminador (1962). El aislamiento de la realidad de los ricos sirvió a Buñuel para filmar esta fábula en la que un grupo de ricachones no consigue salir de una estancia donde han celebrado una reunión.
Bella de día (1967). En esta provocadora cinta de los sesenta aparecen Francisco Rabal o Michel Piccoli, pero hablamos de la película icónica por excelencia de una Catherine Deneuve en la cumbre de su gélida belleza.
Tristana (1970). Es la tercera y última obra de Buñuel en considerarse producción española. Con frases como "Soy tu padre y tu marido y hago de una u otro según me conviene", no podemos dejar de admirar esta obra, imprescindible para entender la idiosincrasia de nuestro arte.
El discreto encanto de la burguesía (1972). La cinta supone una revisión de lo narrado en ‘El ángel exterminador’, con la variación de que aquí se trata de un pequeño grupo que nunca consigue comenzar a cenar.
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