Pocas personas saben administrar su tiempo en actividades tan distintas entre sí como lo hace Erasmo Bahena. Erasmo es paramédico de la Cruz Roja Mexicana desde hace varios años, pero cuando se quita el uniforme, se dedica a lavar autos en el negocio que abrió hace dos años en el Centro Histórico de Cuautla, donde ha tenido que enfrentar las consecuencias de la pandemia de la covid-19.
“Como todo negocio, éste empezó un poquito flojo, pero hay que aventarse, y nos afectó un poquito la pandemia en tanto que se cerró todo, hubo paro de labores y eso nos afectó”, recuerda Erasmo, en compañía de su madre, María Estrada Salgado, quien le apoya con la administración del lugar.
El autolavado y estacionamiento Burbujas alberga el anhelo de un hombre que, paramédico o lavaautos, está comprometido con todas sus actividades y el permanente propósito de ofrecer siempre un buen servicio, pase lo que pase. Como lavaautos, se ha encargado de generar confianza en sus clientes, algo que sólo puede conseguirse a través de la honestidad.
“La honestidad debe estar ante todo. Hasta ahorita no hemos tenido ningún problema en cuanto a que nuestros clientes se les haya perdido algo. Ya tenemos clientes que nos visitan frecuentemente y nos dejan sus vehículos con toda la confianza del mundo y la garantía de un buen trabajo”, afirma Erasmo.
Reajustando el servicio a domicilio
Si la pandemia de la covid-19 llevó a muchos establecimientos a incursionar en el servicio a domicilio para garantizar continuar con sus actividades sin poner en riesgo la salud de sus clientes, el autolavado Burbujas hizo lo propio, pero de una manera distinta: gracias a la confianza de familiares, amigos y clientes, Erasmo encontró la clave para mantener abiertas las puertas del negocio.
“Voy con mis amigos, recojo sus carros y los traigo yo, y aquí los lavamos. Les doy, pues, el servicio de ir a domicilio por sus vehículos. A mucha gente le da un poquito de miedo salir a la calle, así que teníamos que buscar una manera u otra de continuar, una alternativa para que esto funcionara”, relata.
Además del servicio de lavado, la contingencia sanitaria permitió al personal poner en marcha un servicio extra dentro de las instalaciones: la desinfección de los vehículos.
“Para que ellos también se fueran confiados, que aparte de que sus autos vayan limpios por fuera estén desinfectados por dentro”.
El personal, en realidad, está complementado por su madre, al lado de quien sigue almorzando cada mañana, y un trabajador que se queda a cargo del lavado cuando el deber llama y él tiene que convertirse en paramédico.
“Para no dejar a la gente que trabaja conmigo en cierre total, abría sólo tres días a la semana, y esto ha ido saliendo poco a poco”, recuerda.
En los momentos más difíciles, Erasmo contó con el apoyo del arrendatario del lugar, un familiar suyo que, en un acto de solidaridad, le redujo el pago de la renta:
“Estuvo difícil, pero parte de todo también fue que el arrendatarios nos bajó un poquito la renta, y eso fue mucho de lo que nos ayudó a salir de todo esto, y, como te digo, empezar a acarrear los coches de amigos, de vecinos, y que quien quisiera o tuviera la necesidad de que se lavara su vehículo y no tuviera tiempo para traerlo, me contactaba; yo iba hasta donde se encontrara y me lo traía”.
Después de la tempestad
Encontrándose el semáforo epidémico de Morelos en color amarillo, mientras poco a poco la gente vuelve a salir a las calles, la vacunación de adultos mayores de 60 años continúa y las actividades presenciales empiezan a reanudarse, Erasmo confía en que el sueño que tuvo hace dos años, cuando abrió las puertas del autolavado, termine de consolidarse: hasta antes de la pandemia, el promedio de vehículos lavados al día era de unos nueve, cifra que se ha reducido a cinco. Pero tiene fe.
Y no es una fe ciega, sino con un conocimiento de las causas que, además, le hace confiar plenamente en su trabajo, no sólo en lo que corresponde a la atención de los clientes y su honestidad, sino a la forma de lavar los vehículos:
“Hay que ser detallistas: muchos lugares ocupan champú, que hace mucha espuma y tiene sosa cáustica, que afecta la pintura del vehículo. Nosotros, en cambio, utilizamos champú con cera, y eso hace que le de más brillo a la pintura, cuidándola, y que el vehículo dure más tiempo limpio”, asegura.
El estacionamiento y autolavado “Burbujas” se encuentra ubicado en la calle Burleta, en las cercanías del panteón municipal de Cuautla, a unos pasos de las oficinas de la Comisión Federal de Electricidad. Su horario de servicio es de lunes a domingo de las 9:00 a las 17:00 horas.
Trasladando vidas
Desde hace aproximadamente catorce años, Erasmo compagina sus actividades diarias con la labor de ser paramédico, actualmente al servicio de la Cruz Roja Mexicana, organización que, durante la contingencia sanitaria, se sumó a las acciones de emergencia para contribuir con el traslado de pacientes contagiados a las unidades destinadas para brindar atención especializada, un área en la que este cuautlense sigue trabajando con el mismo fervor de siempre.
"Trabajo en vieinticuatro por cuarenta y ocho (es decir, un día sí y dos no), y el día que trabajo como paramédico me enfoco al cien por ciento allá, pero los días que estoy aquí también me comprometo con el servicio. Lo hago junto con mi madre, porque ella me apoya, y los días que no estoy aquí ella se queda al frente".
El último año ha sido extenuante: cada vez que se mete a la ambulancia, Erasmo no sólo lidia con el tráfico y la urgencia de llegar lo más pronto posible al sitio donde alguien los necesita a él y sus compañeros, sino con todo el equipo que deben echarse encima para garantizar su salud.
"El desgaste es considerable, ya que nos deshidratamos mucho por el equipamiento que llevamos: la mascarilla, los goggles y el traje tyvek", explica.
Y hay otro asunto diario con el que el equipo debe lidiar.
"Trasladamos de aquí, de la localidad, normalmente a Cuernavaca, aunque en algunos casos nos dan recepción en el ISSSTE o el seguro de acá. Pero cuando las personas no tienen ninguna derechohabiencia es muy difícil la recepción", lamenta.
No lo haría si no supiera que su esfuerzo vale la pena. Y si su padre, Cutberto Bahena, no lo hubiera inspirado desde pequeño a servir para los demás sin esperar nada a cambio. Su padre fue bombero, y cuando él tuvo edad siguió sus pasos, especializándose como técnico en emergencias médicas y posteriormente como técnico en extracción vehicular.
"Inicié porque mi padre era bombero, así que primero fui bombero, después técnico en emergencias médicas y de ahí me gustó estar en el ámbito de las ambulancias, así que me quedé como paramédico. Estuve trabajando en varios municipios, pero la mayor parte del tiempo he estado en la Cruz Roja", sostiene.
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