Aún no hay una fecha segura para el inicio de la zafra 2021-2022, sin embargo, se prevé que esta inicie entre el 10 y el 15 de noviembre, no obstante, las reuniones con los capitanes de corte y camioneros ya comenzaron entre los líderes cañeros de las asociaciones y el gremio jornalero.
Para esta temporada no se prevén grandes cambios en el día a día de las familias que ven al corte de caña como una manera de trabajo formal y, prácticamente, como uno de los trabajos que los sacará adelante durante varios meses.
Llegan a vivir a un cuarto de cuatro por cuatro, con carencias económicas, higiénicas y sociales, para levantarse muy temprano y junto con toda su familia ir a cortar caña. Éste es el futuro que espera a cientos de familias provenientes de las zonas más humildes de Guerrero, Puebla y Veracruz.
Por otra parte, líderes cañeros esperan que la educación en los albergues se regularice, y que las clases presenciales en las escuelas rurales que hay dentro de los refugios se ofrezcan a los menores que acompañan a sus padres año con año.
A través del Programa de Inclusión y la Equidad Educativa, de la Secretaría de Educación Pública (SEP), se envían maestros a los diferentes albergues para impartir las clases correspondientes a los pequeños de niveles de preescolar, primaria y secundaria, de manera gratuita. Si bien, las clases no son iguales a las escuelas públicas o privadas convencionales, éstas se ofrecen de manera gratuita, así como el material didáctico. Se les enseña a escribir, a leer, a contar los números, fechas importantes, entre otros aspectos.
Aunque la Covid- 19 que pudiera ser un factor importante para frenar la impartición de clases, la convicción de las familias jornaleras marcará el avance en la educación, debido a que muchos de los padres y menores la educación como sin importancia y no hay un seguimiento y compromiso de los tutores para que sus vástagos acudan a la escuela y aprendan y, por supuesto, los menores lo ven como algo innecesario o incluso aburrido. Para ellos, el ser doctor, abogado, maestro o alguna otra profesión, es algo irrelevante. Ya que la mayoría de los varones aspira a ser ser capitán de corte, por lo que el concluir la primaria, la secundaria o la preparatoria no pasa por sus mentes.
Por el lado de las maestras, existen muy buenas, comprometidas con los pequeños, y buscan la manera de hacer entretenidas las clases, pero también existen otras, quienes al no tener una supervisión constante y no tener ningún tipo de exigencia de parte de los padres no van a sus clases, las imparten incompletas o sólo dejan tarea esperando que los estudiantes mágicamente las realicen.
Lo cierto es que la educación en un albergue cañero es complicada. Las docentes se enfrentan a usos y costumbres muy marcados; al machismo; a niños con más hambre de comida que hambre de aprender; a familias que hablan otros dialectos y la comunicación se complica; a niños con poco interés por lo que entran y salen de las escuelas “como Juan por su casa”; a la falta de equipo y material; y a que la meta de los padres sea tener muchos hijos para tener muchas manos que ayuden al corte de la vara dulce y así poder sacar económicamente a las familias a flote.