Cada año, cuando la zafra termina los beneficios de un hogar temporal para las familias jornaleras también lo hacen; con albergues vacíos sucios y prácticamente olvidados, las familias jornaleras regresan a su realidad donde las carencias económicas continúan acechándolos.
Para los que se dedican a la producción, corte, traslado y molienda de caña, la temporada de zafra es una época de prosperidad, ya que de años atrás a la fecha en el sector cañero es “la vaca es gorda”.
Durante la temporada de zafra al estado de Morelos arriban más de 500 familias jornaleras, provenientes, principalmente, de Puebla, Guerrero y Veracruz. Familias de escasos recursos que se dedican al corte de la caña arriban a la entidad para poder trabajar y vivir en los diferentes albergues que las asociaciones CNC, CNPR y Flor de Caña les proporcionan.
Aunque el corte de caña es muy mal pagado en la entidad, pues por tonelada cortada en promedio se pagan 48 pesos a cada jornalero y su sueldo dependerá de las toneladas de caña cortadas, ya que no existe sueldo base, los jornaleros ven este trabajo como una gran oportunidad, pues durante la zafra las asociaciones cañeras se hacen cargo de los gastos de agua, luz, gas y por su puesto la vivienda, además se les proporcionan diversos talleres, clases rurales a los niños, seguro social, se realizan gestiones sociales para los mismos, donaciones de privados, entre otros beneficios.
Pero cuando la zafra termina las oportunidades también se van y las familias tiene que regresar a sus lugares de origen, donde el trabajar en lo que sea no es una opción, pues ellos tendrán que hacerse cargo de todos los gastos que sus numerosas familias generan.
Los albergues se quedan solos, sucios y casi olvidados, en espera de que en el mes de noviembre las familias puedan regresar a ocupar los cuartos de cuatro por cuatro metros que las asociaciones les proporcionan.
Jesenia Salgado Pérez, trabajadora social de los albergues cañeros de la Unión Local de Productores de Caña de Azúcar, informó que durante este lapso se trabaja para limpiar y dar mantenimiento a los albergues.
Detalló que son contadas las familias que piden quedarse a vivir en ellos, esto si logran encontrar trabajo en el corte de algún otro producto de campo.
En este 2021 poco más de 20 familias pidieron quedarse, pues lograron encontrar trabajo, no obstante cuando no es zafra las asociaciones cañeras no les pagan ningún servicio y sólo se limitan a prestarles el cuarto, por lo que ellos se quedan “al pendiente" de los albergues.
Para muchos los albergues representan a un sector invisible para la sociedad, pero para otros son la oportunidad de trabajar dignamente y sacar adelante a sus familias.
Casi a la par de que suena el característico silbato del ingenio de Casasano que marca el fin de la zafra, las familias jornaleras empacan sus pocas pertenencias, su dinero y su esperanza de tener una estabilidad económica, esperando así que el próximo año puedan regresar a trabajar en Morelos.
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