El obispo de la Diócesis de Cuernavaca, Ramón Castro Castro, confirmó que son incontables los matrimonios celebrados en la iglesia que terminan en el fracaso, en la desintegración de la familia, debido a que no han admitido a Cristo como miembro principal de la familia.
En la homilía del II domingo ordinario, el jerarca religioso explicó que muchas parejas lo han excluido por haber fundamento la vida matrimonial en la arena del placer, de la comunidad, del dinero y de valores pasajeros, cuando Jesús con su presencia santifica el matrimonio.
La iglesia de Jesús, afirmó, ha declarado el matrimonio como un sacramento, es decir, un acontecimiento de salvación eterna, una unión en el amor, en la fidelidad, felicidad y con destino a la familia eterna, ya que “el amor que no anhela ser eterno, no es amor, es egoísmo”.
Monseñor explicó que en la celebración sacramental del matrimonio los esposos acogen para siempre a Cristo como el primer miembro de la familia, lo cual es garantía de la perseverancia en el amor verdadero, fiel, en el camino de la salvación, en el perdón de las ofensas, en la paciencia y pruebas, así como en la paciencia y sufrimiento “porque Dios esta en las penas para transformarlas en fuente de madurez y de vida eterna, así como también Dios esta en las alegrías para eternizarlas; felices quienes perciben su presencia y hacen espacio en sus deseos, sufrimientos y alegrías a Jesús”.
El líder religioso aconsejó a la feligresía que cuiden en el matrimonio que no les falte el "vino" que son las muestras de cariño, detalles, comunicación, creatividad y alegría, que en la rutina del matrimonio, al paso de los años, llega a olvidarse o dejarse en segundo plano.