En el pueblo de Tetela del Volcán no suena ninguna otra música que la de Acapulco Tropical cuando es 1 de noviembre. Se escucha, también, el repique permanente de las campanas del exconvento de San Juan Bautista y las iglesias del pueblo que anuncian el regreso de los fieles difuntos de vuelta a casa. Pasadas las 15:30 horas, inicia La Huehuenchada.
La Huehuenchada es una tradición relativamente nueva. Inició hace 30 años, cuando la música de Acapulco Tropical estaba de moda. Para festejar el regreso de sus familiares, los habitantes salieron a las calles a bailar, disfrazados de personajes típicos de la cultura mexicana. Hoy en día la gente se disfraza de lo que quiere: algunos, los menos, se colocan solo una máscara en la cabeza, mientras que la gran mayoría sale a la calle presumiendo todo lo que prepararon semanas atrás. Hay, incluso, quienes montan a caballo.
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“La música de Acapulco Tropical ha sido un elemento muy importante en la huehuenchada. La tradición ha venido ganando fuerza en estos años, porque hay mucha gente que llega para conocerla”, dice Miguel Arenas Arenas, del colectivo Cultura Tetela, que cada año va al festejo a documentarlo con fotografías y videos.
La Huehuenchada inicia en el panteón del barrio de San Jerónimo, a unas calles del centro del municipio, donde el párroco eleva una pequeña oración para bendecir a todos los asistentes. Ahí, entre las tumbas, inicia el recorrido que avanza a través de las principales calles de la comunidad, con la participación de niños, jóvenes y adultos. Llegan familias enteras, grupos de amigos y parejas, pero también hay quien acude solo. Al final, se trata de festejar el Día de Muertos.
Un pueblo tradicional
La Huehuenchada es la parte más pintoresca y alegre de una costumbre que alcanza su punto más solemne horas antes, cuando, al mediodía, el repique de las campanas marca el momento en el que las familias deben salir a la calle para recibir a sus seres queridos. Los pobladores no escatiman en pétalos ni flores: las indicaciones deben ser claras, así que los caminos de cempasúchil son gruesos y largos. En casa, los fieles difuntos son recibidos con ofrendas monumentales:
“La familia se reúne y todos salimos con mucha emoción y alegría a recibirlos, esperándolos con mucho cariño. La nuestra es una ofrenda familiar. Regularmente, en cada hogar hacen su ofrenda, y creo que por eso hay de diferentes tamaños, dependiendo de la economía de cada familia”, dice Erika Martínez.
Con las puertas de la casa abiertas, las familias se reúnen junto a la ofrenda para recordar a sus seres queridos, mientras las campanas siguen sonando. El repique continúa durante 24 horas, hasta que, al mediodía del 2 de noviembre, los pobladores se despiden de ellos con velas, copal e incienso.