Para muchos jóvenes, la palabra huarache ya no remite al calzado tradicional que nuestros abuelos usaban para las labores del campo, sino sólo al platillo típico de la comida mexicana. Para evitar que caigan en el olvido, los artesanos locales han buscado la forma de renovar sus diseños de manera que sean del gusto de millennials y centennials, según reconocen los vendedores del mercado municipal de Cuautla.
"Muchos jóvenes, a este calzado como tal, llamado huarache, ya no lo conocen. El huarache ha quedado arraigado a la gente mayor, que son quienes más lo ocupan, como los campesinos", dijo Jimmy Pérez Toriz, descendiente de una de las primeras familias que se dedicó a la producción de huaraches en la región, en la huarachería "Casa Piel".
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Los orígenes del huarache se remontan a los tiempos prehispánicos. Este singular calzado se ha entrelazado a la cultura y la historia de nuestro país, evolucionando con el paso del tiempo pero manteniendo su esencia y su significado tradicionales. A diferencia del calzado casual, los huaraches son más duraderos, económicos e, incluso, son recomendados por podólogos, debido a sus atributos.
"Los podólogos y ortopedistas recomiendan la suela de llanta, suela bajita, que es de cuero, para algunos tratamiento que ellos conocen", explica Jimmy.
Hasta hace unos 20 años, el huarache todavía era se mantenía vivo entre hombres y mujeres, pero las ventas han ido a la baja en la última década. Este decaimiento llevó a los artesanos a buscar nuevos diseños, lo que se ha traduciendo en un ligero incremento de adquisiciones. Pero, muy en el fondo, los comerciantes saben la verdad: el uso del huarache está en peligro de extinción, al menos entre el público varonil.
"Las mujeres todavía lo compran: si tengo unos 30 modelos de huarache de hombre, tendré unos 100 o 120 de mujer, que son quienes más lo compran", explica Pérez.
Mientras un par de zapatos casuales ronda los 1,000 pesos, el par de huaraches tradicionales va de los 150 pesos y por muy caro alcanza los 700. A diferencia de los primeros, dadas sus características y el material con el que son fabricados, los huaraches resisten largas jornadas de trabajo duro, años enteros, mientras que, en las mismas condiciones, los zapatos casuales pueden desgastarse en un par de meses.
"Si un par de tenis lo metes al campo, en dos o tres meses te lo acabas. Un huarache te dura todo un temporal, un año o un año y medio", afirma el comerciante.
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