La pandemia puede ser capaz de abrir brechas entre las personas, pero también de unirlas. Eso, al menos, es lo que ocurre con quienes están detrás del Colectivo Alebrijoso y la pulquería “La 279”, dos proyectos que buscan atravesar juntos los momentos difíciles causados por la contingencia sanitaria del Covid-19, en un acto de apoyo y solidaridad.
Alebrijes para llevar
Recientemente abierta, la pulquería “La 279” es un proyecto emprendido por Marco Medina y Denise Jiménez, una pareja de jóvenes que no sólo tuvo el propósito de abrir un establecimiento que les permite generar ingresos con la venta de pulque y aguardiente en el corazón de Cuautla, sino también de apoyar a los creadores locales: en los muros se exhiben trabajos de cartonería elaborados por un colectivo de artesanos, los cuales están a la venta.
"Al querer establecer este proyecto se piensa más que en un bar, sino en un espacio cultura donde se pueden exponer los proyectos, las obras, las creaciones de nuestros amigos, porque conocemos a varios y creemos que el lugar y el contexto lo permite" , explica Medina.
La pulquería se ubica en el Callejón de Oviedo, al otro lado del Museo Vivencial 279, donde la antigua máquina de vapor de Cuautla reposa en silencio. Y a sólo unos pasos, Marcos Zenteno, fundador del Colectivo Alebrijoso, abunda en la colaboración.
“Aunque no lo creas, ha habido resultados importantes porque la gente empieza a ubicar nuestros productos, pero también otras personas ya los compran con este vínculo. Cuando la pulquería hace las ventas, nos entrega lo acordado ”, explica.
Colectivo Alebrijoso
El Colectivo Alebrijoso fue fundado hace 13 años por Marcos Zenteno Aguayo en un momento en el que se encontró sin empleo. Con la intención de promover la cartonería entre los ciudadanos cuautlenses con talleres que le permitieran solventar sus gastos, el inicio no fue del todo alegre, pero la persistencia dio resultados.
“Este taller surge primero de un momento de desempleo mío y del interés por la cartonería. El Consejo Cultural Cuautla me invitó a intentar unas clases, y en el primer intento sólo llegaron dos alumnos. Yo estaba ya con la idea de que no iba a funcionar, pero al final del primer mes ya había más de quince alumnos, o sea que sí había gente que lo quería hacer ”, recuerda Marcos.
A lo largo de 13 años, el colectivo ha cosechado éxitos importantes dentro y fuera del estado de Morelos. Ya desde sus inicios, en 2008, el grupo se alzó con el tercer puesto en el concurso “La noche de los alebrijes”, organizado por el Museo de Arte Popular Mexicano en la Ciudad de México. Aquel primer triunfo, de carácter nacional, impulsó al equipo a seguir participando en actividades de este tipo, y para 2019 lograron levantarse con el primer lugar.
Actualmente, uno de sus trabajos forma parte del Papalote Museo del Niño de la ciudad de Cuernavaca.
“Es una pieza interactiva que hicimos nosotros y ahí está, y nos han dado todos los créditos aun cuando es una pieza que compró el museo”, reconoce Marcos.
Frente a la pandemia
Durante siete meses, el colectivo tuvo que suspender sus actividades presenciales a causa de las restricciones generadas por la pandemia del Covid-19. El escenario fue difícil, especialmente para personas como Patricia Contreras, una joven cuyos ingresos dependen en su totalidad de los talleres que brinda en el centro cultural.
“Hay personas que nos dedicamos por completo a esto; algunos sí han logrado tener ventas de algunas piezas, pero no se comparan a las habituales ”, narra Patricia.
Para hacer frente a la crisis, el colectivo ideó una forma que les permitiera seguir trabajar sin la necesidad de que la gente acudiera a los talleres: empezaron a vender packages de alebrijes preconcluidos con pinturas, para que la gente pudiera darles color desde la seguridad de sus hogares.
“Se trata de llevar la cartonería al público, porque en este andar tenemos mucha experiencia y hay gente que quiere hacer un alebrije, pero no tiene las habilidades, así como niños pequeños que quieren hacer máscaras y alebrijes, pero no tienen la capacidad motriz ni la paciencia, así es que es una forma de acercarlos ”, explica la tallerista, quien pertenece al colectivo desde sus orígenes.
Si bien los talleres presenciales se han reiniciado a partir de octubre, el colectivo conserva la modalidad de alebrijes para pintar en casa, a través de la página de Facebook “Alebrijes con alma” y el perfil de Instagram “colectivoalebrijoso”. Además, los talleres se realizan los días miércoles y sábados.
“Es un espacio autogestivo: a través de las clases tenemos el ingreso para pagar rentas y materiales”.
Marco y Denise
Esposos, Marco Medina y Denise Jiménez son una pareja que comparte varias cosas en común: los dos son criminólogos, dan pláticas en primarias sobre prevención del delito, son cuentacuentos y les gusta el pulque. Sin embargo, una de sus principales fuentes de ingresos, la de presentarse en escuelas, frente a alumnos, se vio suspendida con la cancelación de las clases presenciales en los planteles educativos.
“Somos criminólogos y nos dedicábamos a dar conferencias, cuentacuentos, actividades que van enfocadas a la prevención de la violencia en el entorno escolar, desde preescolar hasta prepa. A partir de que se cierran las escuelas, esto nos pega muy fuerte, porque ya es noviembre y no hay para cuándo se retomen las clases presenciales, y no sabemos si el año que entra ocurrió, así que tuvimos que echar mano de la creatividad, relata Marco.
En un escenario de necesidad, la pareja fue pasando de vender pulques a bordo de carretera, a formalizar el proyecto con la apertura del establecimiento actual, donde venden pulque y otras bebidas en promociones, pero donde también hay un escenario para músicos locales y unos muros para la exhibición de artesanías. Para ellos, lo importante es apoyar.
“Se trata de tener un espacio donde puedan haber obras de teatro, presentaciones musicales y donde los artesanos puedan exponer sus obras”, abunda el joven.
Abierta de martes a domingo a partir de las 15:00 horas, la pulquería “La 279” es un nuevo espacio que busca constituirse como una historia de éxito que supere la adversidad y apoye a la comunidad.
Cómo se hace el pulque
Desde tiempos ancestrales, la preparación del pulque ha sido un asunto de misticismo y paciencia. Obtenido del maguey, la planta tiene que madurar durante 10 años antes de ser sometida al proceso mediante el cual se extrae el aguamiel, la sustancia base del pulque. En su blog Pulque Wright Flyer, el ingeniero Manuel Fernández San Martín describe minuciosamente un proceso que requiere de sabiduría y práctica:
“Con el proceso conocido como 'raspado' es como inicia la producción de pulque, que consiste en quitar el centro de la planta, donde crecen las hojas tiernas, dejando una oquedad que se tapa con una penca (u hoja) del maguey. El interior se raspa entonces con una especie de cuchara, llamada tlaquiche, lo que provoca que el maguey suelte un jugo, el cual se concentra en el hueco ”, describe Fernández San Martín.
El proceso, realizado por un ‘tlachiquero’ o ‘raspador’, es largo: la extracción del jugo, que se deposita en un recipiente llamado ‘odre’, se realiza cada uno o dos días. Al final, una planta de maguey brinda entre 170 y 420 litros de aguamiel durante unos tres meses. Una vez recolectado el aguamiel es cuando inicia su fermentación, que puede estar acompañada de un proceso de pasteurización natural para que pueda almacenarse sin que ello extienda la fermentación.
DATO
El Colectivo Alebrijoso fue fundado hace 13 años por Marcos Zenteno Aguayo en un momento en el que se encontraba sin empleo. Con la intención de promover la cartonería entre los ciudadanos cuautlenses con talleres que le permitieran solventar sus gastos, el inicio no fue del todo alegre, pero la persistencia dio resultados
La pulquería se ubica en el Callejón de Oviedo, al otro lado del Museo Vivencial 279, donde la antigua máquina de vapor de Cuautla reposa en silencio. Y a sólo unos pasos, Marcos Zenteno, fundador del Colectivo Alebrijoso, abunda en la colaboración