Durante esta época del año, la presencia de garzas llena de vida el río Cuautla, con decenas de ejemplares que llegan a descansar, dormir y alimentarse en sus aguas.
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Pero lo que podría ser una noticia alentadora también refleja una realidad innegable: año con año, estas aves, que llegan desde el norte del continente, tienen más dificultades para alimentarse, según reconoce el biólogo Sergio González Santoyo, de la Coalición Ambiental y Cultural de Cuautla.
¿Por qué llegan a Cuautla?
De acuerdo con el biólogo, la presencia de la garza blanca (Ardea alba) y la garza gris (Ardea cinérea) se debe al fenómeno migratorio que tiene lugar en esta temporada del año, cuando las garzas parten desde Estados Unidos y Canadá al sur del continente para pasar el invierno, buscando temperaturas más cálidas. Cuautla, por sus condiciones climáticas, es un lugar perfecto para descansar.
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“En la zona de la barranca de Santa María, por las tardes, es donde duermen. Cuando el sol cae, los árboles se ven completamente llenos de garzas”, dice González.
La barranca de Santa María se encuentra en la localidad de Amilcingo. Ambas especies de garzas lo han adoptado como lugar de descanso, antes de retomar su viaje hacia el sur.
¿Las garzas blancas están en peligro?
Mientras que la garza blanca se alimenta de peces, crustáceos, ranas e insectos acuáticos, la dieta de la garza gris está conformada también por peces, pero además por reptiles, crías de aves acuáticas, ratones, caracoles y lombrices.
“Es un tema que hemos estado investigando, y hemos observado que cada vez le cuesta más trabajo encontrar alimento, porque obviamente, por la contaminación que enfrenta el río, las poblaciones de peces han disminuido, así que están dispersándose hacia otros lados”.
Durante las primeras horas del día, es posible apreciar estas aves en varios puntos del río Cuautla, buscando su alimento. Hacia el final del día, emprenden el vuelo en busca de un árbol, en cuyas ramas pasan la noche.