/ jueves 30 de marzo de 2017

Galeana ordena ataque al Calvario

DÍA 37: Cierra el mes de marzo uno de los másenardecidos enfrentamientos que dieron los insurgentes sobre elreducto del Calvario el 30 de marzo del memorable 1812, y se debeal valor y temeridad de hombres como los cuautlenses.

D´ José María Aguayo, D´ Antonio Abad Rivera y elcélebre costeño D´ Andrés Carranza “El Negro”, encabezarony dirigieron “El ataque al Calvario”, y para variar tenemos elinforme que hizo Calleja al virrey de esta inolvidable operacióninsurgente y a la letra dice: “Hizo el enemigo como a las nuevede la noche, una salida tan vigorosa que excede a toda exageracióny que no puede aplicarse sin asentar que el ´Negro´ es unaespecie de fiera, que irritada por el licor, se enfurece hasta elpunto de desconocerse a sí mismo; y en este estado, justamente seaproximaron en silencio y dejaron ir con rapidez dos mil hombres(mentira de Calleja, fueron 600 insurgentes), arrollaron a nuestraavanzada de granaderos, le rodearon con rapidez por todas suscaras, se abalanzaron por merlones y embranaderas, se agarraron delas bocas de los cañones y de las puntas de las bayonetas,arrojando multitud de piedras, granadas de mano y estopinesincendiarios... hicieron un fuego vivísimo en todos sentidos conespantosa gritería y un continuo toque a degüello (era el tamborde “El Negro” Carranza).

El reducto estaba guarnecido por 300 granaderos quese vieron en la necesidad de hacer fuego por todas sus caras,privándose del auxilio que por su izquierda le facilitaba elbatallón de Lovera y los escuadrones de Puebla.

Dos horas permaneció el enemigo repitiendo losataques, o más bien vigorizando uno continuo, retirándose cuandosintieron que tenían muchas bajas. Aprovechó este momento nuestracaballería, para arrojarse sobre ellos.

Don Agustín de la Viña informa que la pérdidainsurgente es de tal magnitud, que para no inficionar la atmósferacon la corrupción de los cadáveres que quedaron en lainmediación del reducto; “me he visto obligado a destinaralgunos troncos de mulas, que ahora mismo los están arrastrando alarga distancia”.

Además asegura el comandante Viña, que laspérdidas de ellos sólo fue de una caja de municiones y unos pocosfusiles; de los muertos no dice nada el informe de Viña.

Calleja por su parte informa al respecto: “Todaslas tropas, oficiales y jefes se han conducido de un modo que nadadeja de desear, y que los hace acreedores al reconocimiento de lapatria (por supuesto, española) y recompensas del gobierno.

El segundo batallón de granaderos a cargo deD´Agustín de la Viña, se ha cubierto de gloria quintándose deencima una multitud de fieras rabiosas a bayoneta, que por laestrechez en que están y por el calor del aguardiente mezclado conpólvora que antes de la acción se les suministra y continuandodespués un fuego violento, ordenado y capaz de imponer y rechazarhasta los fanáticos ebrios y feroces que tuvieron la osadía deatacarlo”.

El suceso del asalto a la capilla del Calvario fue delos más sonados, y se debe al indomable valor de los jefes AbadRivera y José Aguayo, quienes supieron inyectar alientos deagresividad y bravura a sus hombres. Ambos cuautlenses en 1829 seles dio nombre a una calle donde defendieron la plaza en elmemorable sitio de Cuautla: “Calle del capitán José MaríaAguayo” y “Calle de Antonio Abad Rivera”.

DÍA 37: Cierra el mes de marzo uno de los másenardecidos enfrentamientos que dieron los insurgentes sobre elreducto del Calvario el 30 de marzo del memorable 1812, y se debeal valor y temeridad de hombres como los cuautlenses.

D´ José María Aguayo, D´ Antonio Abad Rivera y elcélebre costeño D´ Andrés Carranza “El Negro”, encabezarony dirigieron “El ataque al Calvario”, y para variar tenemos elinforme que hizo Calleja al virrey de esta inolvidable operacióninsurgente y a la letra dice: “Hizo el enemigo como a las nuevede la noche, una salida tan vigorosa que excede a toda exageracióny que no puede aplicarse sin asentar que el ´Negro´ es unaespecie de fiera, que irritada por el licor, se enfurece hasta elpunto de desconocerse a sí mismo; y en este estado, justamente seaproximaron en silencio y dejaron ir con rapidez dos mil hombres(mentira de Calleja, fueron 600 insurgentes), arrollaron a nuestraavanzada de granaderos, le rodearon con rapidez por todas suscaras, se abalanzaron por merlones y embranaderas, se agarraron delas bocas de los cañones y de las puntas de las bayonetas,arrojando multitud de piedras, granadas de mano y estopinesincendiarios... hicieron un fuego vivísimo en todos sentidos conespantosa gritería y un continuo toque a degüello (era el tamborde “El Negro” Carranza).

El reducto estaba guarnecido por 300 granaderos quese vieron en la necesidad de hacer fuego por todas sus caras,privándose del auxilio que por su izquierda le facilitaba elbatallón de Lovera y los escuadrones de Puebla.

Dos horas permaneció el enemigo repitiendo losataques, o más bien vigorizando uno continuo, retirándose cuandosintieron que tenían muchas bajas. Aprovechó este momento nuestracaballería, para arrojarse sobre ellos.

Don Agustín de la Viña informa que la pérdidainsurgente es de tal magnitud, que para no inficionar la atmósferacon la corrupción de los cadáveres que quedaron en lainmediación del reducto; “me he visto obligado a destinaralgunos troncos de mulas, que ahora mismo los están arrastrando alarga distancia”.

Además asegura el comandante Viña, que laspérdidas de ellos sólo fue de una caja de municiones y unos pocosfusiles; de los muertos no dice nada el informe de Viña.

Calleja por su parte informa al respecto: “Todaslas tropas, oficiales y jefes se han conducido de un modo que nadadeja de desear, y que los hace acreedores al reconocimiento de lapatria (por supuesto, española) y recompensas del gobierno.

El segundo batallón de granaderos a cargo deD´Agustín de la Viña, se ha cubierto de gloria quintándose deencima una multitud de fieras rabiosas a bayoneta, que por laestrechez en que están y por el calor del aguardiente mezclado conpólvora que antes de la acción se les suministra y continuandodespués un fuego violento, ordenado y capaz de imponer y rechazarhasta los fanáticos ebrios y feroces que tuvieron la osadía deatacarlo”.

El suceso del asalto a la capilla del Calvario fue delos más sonados, y se debe al indomable valor de los jefes AbadRivera y José Aguayo, quienes supieron inyectar alientos deagresividad y bravura a sus hombres. Ambos cuautlenses en 1829 seles dio nombre a una calle donde defendieron la plaza en elmemorable sitio de Cuautla: “Calle del capitán José MaríaAguayo” y “Calle de Antonio Abad Rivera”.

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