Ramón Castro, Obispo de Cuernavaca, recuerda también que durante la administración de Graco Ramírez fue perseguido, igual que otros dirigentes sociales, y que la diócesis de Cuernavaca fue especialmente señalada por diversos sectores gubernamentales y algunos entonces aliados del gobierno. “Ya pasó el período de persecución; estoy tratando, con la gracia de Dios, de sanar todas las heridas”, asegura un prelado que sonríe en paz “para mí ha sido una posibilidad de recomenzar y tratar de que todo quede en manos de Dios, y recordar que si la justicia humana a veces falla, la justicia divina no falla y sabe cuándo y cómo actúa”.
Sobre su relación con el gobernador, Cuauhtémoc Blanco Bravo, reconoce que si bien no es un vínculo muy fuerte “al menos hay puentes tendidos. Sé que ya no hay persecución… y cuando es necesario se puede dialogar y eso ya es algo que da un respiro y tranquilidad”, reconoce.
- Pero los pendientes, siguen, señor Obispo- le recordamos.
-Tuvimos una reunión con el Vicealmirante (José Antonio) Ortiz Guarneros (Comisionado Estatal de Seguridad Pública) por el aumento a la violencia y le ofrecimos la colaboración de la Iglesia en la construcción de la paz, porque vemos que la herida sigue agrandándose… y no era lo que esperábamos.
El obispo asegura que en la reunión se les informó del déficit de policías, de lo mal pagados que están los elementos de seguridad pública (“algunos por razón de préstamos y prestaciones que tenían que pagar recibían 79 pesos quincenalmente”), estaban mal alimentados y no eran respetados, “están tratando de solventar esa problemática, de prepararlos”.