Ver a tus hijos bailar, cantar y disfrazados es un goce para las mamás que acudimos a los festivales navideños. El estrés inicia días antes con la búsqueda del disfraz ideal; sin embargo, el cariño a nuestros hijos supera cualquier gasto "innecesario" o pericia que se presente.
En la temporada de festivales navideños para quienes somos mamás y trabajamos, el estrés se acumula días antes con la búsqueda de un disfraz que se acomode a lo que las maestras solicitan, y que sea a un precio accesible, se vuelve totalmente maratónico, pero vale la pena, con tal de ver a los hijos hacer alguna gracia.
Algunos disfraces son mas accesibles de encontrar, otros requieren mayor paciencia y detenimiento; desde ángeles, renos, Santa Claus, diablitos o tiernas galletas de gengibre; nada es imposible para una mamá, las maestras y los niños.
El día llegó. Hoy es el festival navideño. Probablemente el día inicia un poco más temprano de lo habitual, con prisas; dejar a los niños en la escuela para ir a trabajar y realizar los pendientes acumulados para salir temprano o solicitar permiso para acudir a tiempo al festival.
Poco a poco, la escuela se llena de papás y abuelos que buscan con ansías a sus hijos o nietos, con alegría y mucha expectativa de lo que las maestras tienen preparado para este día.
De fondo musical, los villancicos, el ambiente navideño e incluso en algunas escuelas con un aroma a poche que se esparce entre cada uno de los asistentes. Y el festival inició, siempre de menor a mayor edad cada grupo tiene una musical y un bailable diferente, todos con sus limitantes pero con una gracia y un carisma sin igual.
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Mientras los padres se desviven por estar en primera fila y tomar la mejor foto de su hijo, otros reclaman para que se formen y dejen ver, sin embargo todos disfrutan de las historias, los bailables y la decoración que las maestras crean para cada familia.
Algunos padres lloran, otros sólo aplauden o gritan, todos alentando al niño a ser el más bonito del espectáculo.
El esfuerzo valió la pena; el festival terminó, el disfraz se cumplió y el niño bailó, cantó o actuó frente a toda la escuela, pero lo más importante, cada madre y padre ven cómo un ser tan pequeñito y tierno se desarrolla e improvisa, algunos más les ven incluso dotes de actor o bailarín. Todo fue un éxito.
La historia se repite para cientos de familias cada año; esperar a que navidad o alguna temporada especial llegue para que el niño vuelva a salir en otro festival.