Calles grises, muy pocas pavimentadas, contados comercios, un sol que quema y sin un árbol para resguardarse, parece que el tiempo se detuvo en el poblado de Tetlama, perteneciente al municipio de Temixco.
Este poblado colinda con la comunidad indígena de Cuentepec y con la zona arqueológica de Xochicalco, los dos únicos accesos son atravesando el municipio de Xochitepec, y sólo los camiones llamados "amarillos" llegan a la comunidad, o, en caso de ser necesario, tomar un taxi.
Los años pasan y parece que en Tetlama se quedó detenido el tiempo, el mismo camino para llegar, una parroquia a la cual solo una vez a la semana acude el párroco de Acatlipa. Las casas se visten de gris; algunas resaltan por un color diferente. Solo algunas calles están pavimentadas, otras van a dar los cerros y se visten de tierra, de un café claro.
Es muy poca la gente que se encuentra en las calles, el sol quema, no existen árboles para resguardarse, no cuentan con una plaza pública, solo con unas canchas de usos múltiples techadas que por las mañanas permanecen cerradas.
El comercio es limitado, solo cuenta con pequeñas tiendas de abarrotes, un molino de nixtamal, papelerías, una carnicería y puestos de venta de pollo. La única farmacia con la que contaban recientemente cerró sus puestas.
No cuentan con tortillería, porque en los hogares acostumbran a realizarlas a mano e incluso cultivar sus propios alimentos y criar sus animales, como gallinas, vacas, becerros y marranos. Si los vecinos requieren de otros productos necesitan acudir a otras localidades cercanas o hasta Cuernavaca.
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Hace 13 años cerró el basurero a cielo abierto, que representaba una fuente ingreso para gran parte de la población, pues muchos se dedicaban a la pepena y revendían de la venta de plásticos, cristal, fierro, cobre y todo de lo que pudieran sacar provecho.
Como Guadalupe y sus compañeras de trabajo quienes han trabajado en la pepena, solo que ahora los materiales no los obtienen del basurero de Tetlama, sino que ahora tiene que acudir a otros rellenos, como el de Tlatizapán o Cuautla, o le compran a otros pepenadores.
Reciclan plástico, aluminio, pet, el cobre, el bronce, vinil y cristal, e incluso juguetes; reciben un sueldo de 160 pesos diarios y trabajan de lunes a sábados en un horario de 8:00 a 18:00 horas; antes directamente vendían y obtenían su ganancia directa. Hasta el momento no han enfermado por estar en contacto directo con la basura, y lo agradecen porque no cuentan con seguridad social.
Sin embargo, en Tetlama no existen otras opciones de trabajo, más que tener su propio negocio, como María, quien vende pollo fresco en las mañanas, otros que venden tlacoyos o quienes se mantienen de sus pequeñas tiendas que están surtidas sólo con lo más básico.
En materia de salud, el poblado se encuentra abandonado, los propios vecinos han manifestado que el Centro de Salud solo funciona de día, y en caso de presentarse una emergencia de noche deben ir al centro de salud de Villa de la Flores que funciona las 24 horas o al Hospital Comunitario de Temixco.
Actualmente carecen de paracetamol, metformina, ningún analgésico, no cuentan con alcohol, aún tienen pocos antihistamínicos y cuentan con antibiótico; los recursos son muy limitados y una urgencia no podrían atenderla.
Tras el cierre del tiradero a cielo abierto se empezó hablar de la llegada de una empresa canadiense con la intención de desarrollar el proyecto de una mina a cielo abierto en los cerros Jumiltepec y Calabaza, ubicados cerca de la zona arqueológica de Xochicalco.
Desde que tuvieron conocimiento los pobladoras las opiniones han sido dividas, algunos manifiestan estar a favor bajo el argumento de que generarán fuente de empleo no solo para los lugareños, sino también para persona de otros municipio y estados.
Javier, vecino de Tetlama y quien se encarga de distribuir el agua potable en la localidad, dijo estar a favor del proyecto minero, argumentando que han sido olvidados por los gobiernos municipal y estatal.
Aseguró que no existen oportunidades de trabajo en el pueblo y forzosamente tienen que ir a trabajar a otros municipios. Aseguró que la mayoría del pueblo está de acuerdo con el proyecto minero y en su caso lo ve como una oportunidad para que lleguen oportunidades de desarrollo en su comunidad.
Sin embargo, otros han externado su negativa a este proyecto, como quien pidió nombrarla Juanita, quien junto los integrantes de su familia expresaron un rotundo no a la mina.