Cuernavaca, conocida como la Ciudad de la eterna Primavera, se caracteriza por su agradable clima, historia, arquitectura y patrimonio cultural. Con el paso del tiempo la ciudad se ha ido modificando por diversas cuestiones, especialmente por el incremento poblacional.
Sin embargo, sus calles y monumentos conservan la esencia de la Cuernavaca de finales del siglo XIX y del siglo XX, tiempo en el que tuvo mayor auge de construcciones y colonias históricas. Una de estas es la colonia Miraval que cuenta distintos sitios importantes.
“En mi labor, investigué sobre el nombre ‘Miraval’, y resulta ser una contracción de Miravalle, ya que en España se usa mucho acortar los nombres. Entonces le llaman Miraval para hacerlo nombre propio, ese es un dato muy interesante que no se había mencionado”, expresó el cronista Carlos Lavín Figueroa.
La colonia Miraval se ubica en la zona oeste de la capital morelense, rodeada de interesantes sitios, conectando con calles importantes como Madero, la avenida Morelos, la calzada Leandro Valle y el Túnel.
“Es un barrio de mucha historia porque arriba está lo más histórico y antiguo como el Puente de la muerte, lugar por donde Hernán Cortés entró a Cuernavaca saltando en su caballo, pues requería un lugar angosto. También cuenta con su unidad deportiva y aquellos nacimientos de agua que se afloraron para abastecer al centro de la ciudad. El detonante para su desarrollo fue la construcción de la calzada Leandro Valle y del puente Porfirio Díaz”.
La calzada Leandro Valle que conecta distintos puntos con el centro de la ciudad, ha sido parte del desarrollo de este importante sitio.
“La calzada comenzó a construirse en 1898, tan sólo un año después de que se inauguró el servicio del ferrocarril en Cuernavaca, esto con el objetivo de comunicar mejor a la ciudad con la estación y porque se requería una superficie plana para el tren que era jalado por mulas. Posteriormente, en 1899 se empieza a construir el puente Porfirio Díaz”.
De lado surponiente del Puente Porfirio, se ubicó un parque llamado Emilio Carranza, el cual desapareció en 1953, “el ayuntamiento lo vendió o cambió por un terreno en La Carolina para construir el mercado. Y el Parque de lado norte se llamaba Obregón pero siempre se ha conocido como parque Porfirio Díaz, ahí había un kiosko que después se pasó al Parque Melchor Ocampo”.
En el año 1900 se inaugura el Puente Porfirio Díaz y las fuentes se colocan tiempo después, con esto y con la calzada funcionando, comienza a poblarse moderadamente la colonia Miraval, pero se atraviesa la Revolución Mexicana.
“Con esta situación, fue hasta finales de 1920 y principios de los años 30 que inicia el desarrollo del Miraval como zona residencial, y empiezan a hacer las casas grandes, incluso de algunos gobernadores como Estrada Cajigal. También en un principio, había muchas propiedades de norteamericanos era como una colonia americana”.
Una de las calles más reconocidas del Miraval es la calle Madero, en honor a Francisco I. Madero que es elegido presidente de México el 15 de octubre de 1911.
“La calle Madero sólo fue nombrada así, no realmente porque él la haya hecho, incluso ni siquiera fue en su época. Pero es una de las primeras calles en Miraval que un principio fue de terracería, se pavimentó hasta en los años 50. Se pudieron árboles a los lados, muchos eran laureles y otros eran hules, en la actualidad aún se pueden ver algunos árboles muy grandes al sur de la calle”.
La arquitectura del siglo XX
Cuernavaca cuenta con una riqueza arquitectónica muy vasta y exquisita, principalmente aquella que data de los inicios del siglo XX. En la calle Madero, en un principio eran villas de carácter residencial promovidas por una constructora de la Ciudad de México.
Inicialmente las casas conservan la misma superficie de esa época y luego se subdividieron en pequeñas construcciones.
“El tipo de vivienda que se generó, fue de residencias de tipo colonial con arcaras y miradores de tipo neocolonial que son de antes de la Revolución y posteriormente se dio un auge de los fraccionamientos en los años 30, imitando un poco la arquitectura que teníamos aquí desde siglos anteriores con el Jardín Borda y con la Iglesia del Tercer Orden, que por la tipología de la topografía en Morelos, Cuernavaca en especial, requería tener vistas en la planta baja inicialmente pero conforme fueron creciendo las construcciones ya en la segunda planta generan miradores”, expresó Lucía Villanueva Salazar, doctora en arquitectura, profesora e investigadora de la UAEM
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