A dos años del sismo que sacudió la vida de miles de familias, cuyos hogares fueron destruidos en Morelos, pocos de los esfuerzos que cobraron vida con esa contingencia se mantienen intactos. Uno de ellos, sin embargo, ha tratado de apoyar a las familias que no fueron beneficiadas por el gobierno; se trata de un grupo conformado por voluntarios procedentes de otras partes del mundo.
Manos extranjeras
La tarde del 19 de septiembre de 2017 nadie sabía qué hacer. Édgar Aguilar, representante de la Asociación Mexicana de Voluntariado Internacional (Amviac), recuerda que, en aquel momento, los voluntarios que se encontraban en México cumpliendo con sus responsabilidades en otros talleres se avocaron en la región Oriente del estado para ayudar a las familias que habían perdido sus hogares.
Nuestro trabajo fue repartir despensas, retirar escombros y despejar espacios para que las autoridades iniciaran la reconstrucción de viviendas
Con el transcurrir de las semanas, este grupo se percató de que había familias que habían sido olvidadas durante los censos de apoyo, personas de bajos recursos que, a partir de ese momento, habían quedado desamparadas, con pocas esperanzas de volver a ver sus hogares en pie. Fue entonces cuando los voluntarios empezaron a trabajar.
Empezamos con cuatro voluntarios extranjeros, así como con alumnos del Instituto Tecnológico de Cuautla y varias instituciones
Aprovechando las estadías que han realizado los voluntarios extranjeros en el país, la Amviac ha realizado campamentos de fin de semana que buscan apoyar a familias olvidadas con la reconstrucción de sus hogares. Para hacerlo, los visitantes han tenido que aprender a construir las casas tal como lo hacían nuestros antepasados.
Bioreconstrucción
Si algo ha caracterizado el trabajo que ha realizado la Amviac en la reconstrucción de viviendas ha sido el respeto que conservan hacia el adobe, una técnica de construcción ancestral para los mexicanos que se vale de la tierra y las hierbas: el adobe. Si bien es cierto que muchos de los hogares caídos estaban hechos con adobe, este grupo ha recibido asesoría para que los nuevos hogares sean más resistentes.
Con el apoyo del colectivo Masiosare y Reconstruir AMOR, la Amviac ha realizado trabajos de reconstrucción en los municipios de Tlayacapan, Totolapan y Miacatlán. Cada experiencia, afirma Édgar, fortalece los lazos de solidaridad que existen entre los voluntarios y crea vínculos con las comunidades y las familias que han visitado.
La solidaridad es algo muy fuerte, los lazos que tenemos, con voluntarios de varios países y de todas las clases sociales, donde todos nos unimos para llevar a cabo un proyecto
Sólo hace falta voluntad
Aunque es cierto que el dinero es importante para llevar a cabo proyectos de reconstrucción, Édgar Aguilar enfatiza que lo más importante es la voluntad. En los territorios que ha recorrido, la Amviac ha detectado que las autoridades focalizaron la entrega de apoyos de reconstrucción únicamente hacia ciertos sectores, olvidándose de la urgencia que tienen las familias de comunidades desplazadas, donde el pasar de los meses terminó por arrebatarles la esperanza de ver sus hogares nuevamente de pie.
Para la asociación, el trabajo consiste en detectar donde pesa más esa necesidad, por medio de un trabajo en el que la voluntad es el ingrediente principal, haciendo uso de los materiales que ofrece la naturaleza misma.