"Me cansé de escuchar mentiras. Mentira tras mentira, y no quiero seguir en esa dinámica; aquí estamos y cualquier ayuda es bienvenida. La presidencia municipal anterior nos había dicho que no nos podía ayudar porque el gobierno les limitaba los recursos, y ahora que son el gobierno del estado siguen sin ofrecernos ayuda; es más, ni siquiera se ha venido a parar para preguntar si necesitamos algo, cuando es un edificio emblemático de la ciudad", lamenta el administrador de la Torre Latinoamericana, Antonio Gumler, a tres años del sismo que sacudió a la entidad.
El edificio ubicado sobre Avenida Morelos esquina Degollado, en pleno centro de Cuernavaca, resultó con serios daños durante el sismo del 19 de septiembre de 2017, y a tres años de distancia su reconstrucción a sido marcada por los sinsabores que dejan las autoridades que se fueron y las que se quedaron.
"Primero la Sedatu (Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano) nos ayudó a remover parte del escombro y luego se desaparecieron, dijeron que se habían terminado los fondos; después el Municipio nos ayudó con maquinaria para retirar otro poco y hasta ahí, nosotros hicimos el retiro del 70 por ciento de todo", refiere.
Recuerda que por los tres años de reparaciones se ha invertido casi un millón de pesos gracias las cuotas de mantenimiento de quienes habitan; sin embargo, para una reconstrucción total se requiere de al menos 20 millones de pesos que, para la situación actual, no se tienen.
"El primer año fue estar tocando puertas, suplicando, rogando, poniendo cara bonita, solicitando de todas las maneras que se le puedan ocurrir el apoyo, nos recibían; nos decían, nos prometían y nunca nos cumplían, yo ya no estoy dispuesto a rogarles; si tienen palabra, que vengan y la cumplan".
Gumler recuerda que la tarde del 17 de septiembre se estaba bañando en su departamento, ubicado en el quinto piso de la Torre, pero ya no pudo salir por el fuerte movimiento que se dio en ese lugar.
"Estaba bañándome en el último piso; me tocó todo, y lo más preocupante fue escuchar cómo se estaba cayendo el edificio, explotaban los vidrios, las lámparas chocaban contra las paredes, las piedras caían, el agua de la cisterna caía, pero no me podía mover, porque allá arriba el movimiento fue tan grande que los objetos se caían, cuando dejó de moverse entonces comenzamos a ver los daños y ayudar a la gente de la tercera edad a salir".
Ese día los primeros en llegar fueron los de Protección Civil; "mucha gente de las colonias llegó, muchos a ayudar, pero también a robar, desafortunadamente, porque a los 15 minutos del temblor ya estaban volando las puertas, eso fue lo más lamentable".
Entre lo robado se encontraban relojes joyas, dinero, televisores pequeños, radios; "incluso hasta un policía encontramos aquí robando y lo tuvimos que sacar; supuestamente subió a sacar a un ratero, pero no, él era el ratero".
En días posteriores pese a lo dañado del edificio y a las guardias que los propietarios instalaron, los robos continuaron; esta vez robaron tuberías de gas y luz.
A lo largo de estos tres años ha tenido 30 inspecciones por parte de Protección Civil que constatan que no existe un riesgo para quienes habitan ahí.
"Estos tres años han sido una experiencia muy lamentable porque me calificaba un gran amante de México, un gran amante de Cuernavaca, hoy por hoy estoy muy decepcionado; decepcionado de todas las autoridades, de toda esa gente que vive en la misma ciudad y que cuando más necesitamos el más elemental apoyo de supervivencia no lo tuvimos. El apoyo de la gente que aquí ha recibido me hace tener esperanza en el ser humano".
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