Morelos alberga lugares sagrados y una gran variedad de monumentos históricos que sin importar el paso de los años y los cambios que traiga consigo la actualidad, son puntos de reunión para familias y comunidades enteras, donde vive su pasado, presente y por qué no, también futuro, donde morelenses de todas las edades encuentran su camino.
Sin embargo, el 19 de septiembre de 2017 a las 13:14 horas un movimiento telúrico cambió por siempre la historia del estado, así como la convivencia religiosa y social en importantes bienes vinculados con la historia de la Nación, teniendo que buscar nuevos mecanismos para reunirse y retomar diferentes actividades, como las de culto.
Los conventos son la imagen más inmediata monumental de un cambio de idiosincrasia e identidad cultural en las poblaciones -hoy mayoritariamente católicas- los inmuebles no sólo representan un gran edificio sino el pasado y todo lo que se tiene atrás en creencias de fe que trasciende en el imaginario popular y el imaginario social de una manera que si el INAH no lo entendía, no comprendería a la par, las dinámicas sociales que se dan en las comunidades, acentúo Víctor Hugo Valencia Valera, director del Centro INAH Morelos.
Valencia Valera señaló que cuando las comunidades observaron la afectación en sus templos de manera estructural y el riesgo que representaban a la vida de las personas, decidieron construir capillas o templos temporales en un espacio alterno, en atrios e incluso en casas particulares con el fin de continuar con la convivencia religiosa y también social.
Las comunidades se organizaron para continuar con los sacramentos, y continuar con el ritual religioso, ya que si algo une a las comunidades sean chicas o grandes son sus espacios de fe.
El INAH ha tenido a su cargo desde hace tres años, la restauración de edificios del Siglo XIX y XX, que es particularmente la arquitectura histórica religiosa, es por ello, y al entender la situación comunitaria que el Centro INAH ha trabajado muy cerca de las comunidades.
En Morelos, pese al siniestro que dejó a su paso no sólo pánico entre los morelenses sino terribles perdidas humanas y materiales, la fe no se perdió y por ende, no dejaron de atender en ningún momento las misas y sacramentos a través de espacios temporales; hoy, en diferentes municipios todavía siguen manteniéndose aunque el Centro INAH se comprometió a que sólo serán “capillas temporales”.
A tres años del sismo del 19 de septiembre que marcó a todos los mexicanos, el INAH lleva un avance de 172 inmuebles concluidos en términos de su restauración de un censo de 269 inmuebles, de los cuales entre un 50 a 60 por ciento tenía daños muy fuertes, graves o severos. Hoy, estos monumentos históricos además de ser completamente reconstruidos contarán con estudios estructurales para prever que los daños sean menores en caso de un nuevo sismo