En torno a Refugio Barrera hay muchos Zapatas: están en los cuadros de las paredes, en las fotos, las pinturas y las tarjetas. Los hay de muchos tamaños, pero el más grande es él mismo, cuando se pone el atuendo de charro, se arregla el bigote, se pinta un lunar y grita, a todo pulmón, "que viva el Plan de Ayala".
La Ruta Zapata
Hace nueve años, Refugio Barrera Miranda empezó a caracterizarse como Emiliano, lo hizo con un objetivo en particular: mejorar el servicio que prestaba como guía turístico de la Ruta Zapata, un proyecto de turismo estatal que recorre los lugares por los que anduvo El Caudillo del Sur.
Refugio es un hombre de 70 años, de voz tranquila, al que se le ve que el cabello empieza a escasearle y los ojos un poco cansados. Sentado en una de las mesas de su restaurante, el hombre habla de las emociones que experimenta cuando, dentro del atuendo del general, logra conectar con la gente que lo escucha.
"Hay gente que, como yo, se emociona al extremo, se lo cree, y eso es lo que yo quiero con la gente, que entienda el gran valor del Plan de Ayala, su contenido. Eso es lo que tenemos que sacar: que enseñen el corazón, que se vea que tienen la emoción, que se vea que vale la pena", expresó momentos antes de caracterizarse.
En los recorridos que ofrece, el momento más importante es cuando, como si extrajera un fragmento de la historia y lo trasladara al presente, se dispone a firmar el Plan de Ayala, el documento más importante producido por la lucha agraria de principios del siglo XX. Entonces, mientras sostiene un bolígrafo, extiende la mano, rompe la cuarta pared y reta a los turistas a sumarse con su firma.
La reacción de la gente siempre es el asombro, pero, vencidos por su mirada dominante, terminan por unirse a él. En un rincón del restaurante, Refugio conserva esas hojas llenas de firmas como un objeto de gran valor.
Un hombre de sueños
Nacido en 1948, hay un Zapata más en torno a Refugio: el propio Emiliano Zapata, cuya sangre corre por sus venas.
"Emiliano Zapata viene siendo mi tío abuelo, pero no es algo que me guste decirle a la gente", explicó.
De acuerdo con esta versión, Zapata Salazar era tío de su padre, Lorenzo Barrera Salazar. Sin embargo, al compartir únicamente el apellido materno y no el que más figura en la historia, la familia se distanció del núcleo principal e hizo su propia vida en Yautepec, dedicándose al campo.
En busca de perseguir sus sueños, Refugio abandonó este modo de vida en su adolescencia y buscó nuevas oportunidades en el turismo, primero como chef, donde ha cosechado varios premios al presentar recetas originales; recientemente es un reconocido promotor turístico gracias a su proyecto, "El refugio de Zapata", que incluye un restaurante temático y recorridos turísticos por la Ruta Zapata.