“Traemos comida a los familiares de los enfermitos,por que cuando voy al hospital con mi mami no llevamos para comer;soy Jesús Juárez Soto, tengo 11 años y tengo leucemia. Peso 18kilogramos, mido un metro con 10 centímetros y soy el abanderadode mi escuela”, dijo el niño con una sonrisa de oreja aoreja.
Con una baja estatura y una evidente desnutrición,Jesús dió un plato de comida a los familiares de los que seencontraban internados en el Hospital General de Cuautla “Dr.Mauro Belanzaurán Tapia”, ante una ternura evidente y un fervorpor ayudar a la gente, viene a la mente aquella frase “Dan máslos que menos tienen”
Detección de la enfermedad Laenfermedad de Jesús fue detectada erróneamente al año de nacido;los médicos diagnosticaron los síntomas como un soplo delcorazón. Tras varios estudios corrigieron: “es Leucemia”. Son10 años de luchar contra el reloj del tiempo de la vida y deldestino, muchas ocasiones ha caído en coma, sufre desmayos yvómito por los medicamentos.
“Mi hijo necesita una transfusión de sangre cadames, pues se le termina su sangre y se pone pálido, le duele lacabeza, tiene temperatura, vómito, pero estamos en pie de luchapor su vida”, dijo su mamá, Claudia Juárez Soto.
“Todos creemos que el dinero es lo más valioso enesta vida, pero cuando encuentras un pedacito de corazónapagándose, sin saber por qué él, te das cuenta lo que tienesrealmente.”
La operación de ese pedacito de vida cuesta unmillón 700 mil pesos; éste pequeño proviene de una familiahumilde, sencilla, pero con ganas de luchar. Por 10 años hantocado cada puerta en su camino, para encontrar la llave deesperanza y permita a su hijo vivir, reír, crecer, jugar y ser unprofesionista, pero, sobre todo, ser un milagro de la vida.
Una ilusión es más fuerte que laenfermedad Llevó platos llenos de chilaquiles; corriópara darles un pequeño detalle de solidaridad. Jesús dio aconocer su ilusión más grande: llevar comida a los familiares dequienes están en el hospital.
“Cuando enfermé y caí en cama, le pedí a Diositoque me salvara, y yo les llevaría de comer a todos aquellos que notienen, porque cuando nosotros vamos al hospital, no llevamosdinero para comer y muchas veces mis papis no comen, porque no hayquien les dé”, aquella mirada de bondad llenó de lágrimas elcorazón de la fotoreportera de El Sol deCuautla, Gudelia Servín, detrásde aquella cámara que inmortalizó el momento.
El silencio, por unos instantes, se reflejó enquienes ayudaban a tan buena acción: Simplemente dejó sinpalabras a todos, con un nudo en la garganta.
Vencer barreras A pesar de que elgigante de acero debe recibir transfusiones de sangre una vez almes, y realiza diversas visitas en los hospitales del “Niño yAdolescente Morelense”, en Cuernavaca y en el Hospital Infantilde la Institución Mexicana de Asistencia a la Niñez (IMAN), en laCiudad de México, dio la grata sorpresa de ser el abanderado de susalón en la escuela Ignacio Zaragoza, de la comunidad deCoahuixtla, en Ciudad Ayala, con un promedio de 10.
“Sí voy a la escuela; soy un alumno de 10, entregotodas mis tareas y soy el abanderado de mi salón. Yo no quierofallarles a mis papás; al contrario, ellos han hecho mucho pormí, yo quiero darles algo para ellos, quiero ser policía cuandosea grande para salvar a la ciudadanía” dijo.
Jesús es un alumno ejemplar, señaló su mamá.“El tiene sueños y gracias a Dios en la escuela no ha pasadoalgún incidente, pero si llegara a pasar nos deben llamarinmediatamente los maestros, pues si sufre un sangrado podríamorir”
Servicios médicos, al filo de la vida o lamuerte Es atendido en el hospital del “Niño yAdolecente Morelense”, ahí se encuentran doctores de diferentesnacionalidades, de Cuba, Estados Unidos, México. Después debuscar apoyo, los mismos médicos de este hospital infantil locontactaron con el Hospital Infantil de la Institución Mexicana deAsistencia a la Niñez (IMAN), donde en unos meses le realizaránla operación necesaria, aunque su vida está a un 50 por ciento dela luz o de la obscuridad.
“El peligro es muy grande, pero nos la vamos ajugar, es como apostar un dinero, a ver si ganamos o perdemos“,dijo Claudia con voz quebradiza.
Sorprendentemente con una luz radiante y con granalegría, el pequeño gigante mostró su valentía y dijo con unavoz firme: “Si mi cuerpo lo resiste y acepta la medula, ya lahicimos, y si no, hasta ahí lucharemos, pero yo lo sé, saldréadelante”.
Aquellas palabras las escucharía nuevamente. Alrepetirlas la grabadora y escribir estas líneas surgieron milsentimientos a esta servidora; contar la historia de un niño deescasos 18 kilogramos a sus 11 años, pero con la fortaleza de unadulto es un honor.
Los familiares han pedido ayuda de diferente manera;mucha gente, como el Regidor de Cuautla Javier Mercado Carvajal,han donado aparatos electrónicos para hacer rifas; otros, comomuchos, les han cerrado las puertas.
“Nos hemos acercado al DIF y nos dicen que no hayrecurso, no pedimos mucho, solo un granito de arena”, señaló lamadre tristemente.
La ilusión de una madre Secándosealgunas lágrimas, tratando de contener el llanto, la voztotalmente cortada expresó “Que mi hijo esté bien, le hemosechado muchas ganas para verlo sano; uno como madre, quiere lomejor para sus hijos, tengo cuatro, él es el único enfermo, sushermanos lo adoran, no quiero que se me vaya”; en ese momento elabrazó del pequeño a su madre dijo más que mil palabras.
Juárez Soto toma un medicamento con valor de 10 milpesos, la caja contiene 28 tabletas y el pequeño toma 4 aldía.
A quienes leen esta historia, dijo Claudia Juárez:“Ojalá apoyen a aquellos niños con enfermedades difíciles comola de mi hijo, no es nada fácil y nunca digan, ‘a mí no me va apasar’”.
“Soy de Coahuixtla, vivo en la calle Laurelesnumero 30, por si me quieren visitar. Recuerden, quiero serpolicía de grande y tengo muchas ganas de crecer fuerte, elteléfono de mi mami es 735 146 6737”.
/Fotos: GUDE SERVÍN